Probablemente leas este artículo uno de los primeros días de este año recién estrenado. En mi experiencia, éste es uno de los más cuesta arriba del año. Después de la euforia nocturna y prolongada, llega la resaca (a veces literal, a veces metafórica). Uno suele levantarse tarde, tanto que ya quedan pocas horas antes del anochecer. El día de año nuevo nos hace mirar reflexivamente al pasado así como poner en perspectiva lo que está por venir.
Propósitos de año nuevo
El comienzo del año suele servir de reajuste. Nos miramos y valoramos qué fue bien y qué no lo fue tanto. Miramos hacia detrás y adelante en el tiempo. Y nos creamos nuevos propósitos. Aunque esto no siempre pasa en estas fechas, pues para otras personas, el “año nuevo” comienza en septiembre.
En cualquiera de los casos es muy típico, una vez hecha la valoración de lo que hay y lo que falta, hacerse una lista (sobre el papel o no) de nuevos propósitos. Los propósitos de año nuevo tienen sin duda la sana intención de la automejora y detrás de cualquiera de ellos está la búsqueda de la felicidad.
Pero, como dice el refrán, “El camino al infierno está empedrado de buenas intenciones”. La dificultad con los propósitos es que pueden no partir de una necesidad ajustada a la situación propia, sino que pueden establecerse más desde un “tengo que”, que desde un “quiero” o “me gustaría”. Si es la voz de los “deberías” la que dicta los propósitos de año nuevo, nos ponemos la zancadilla antes de echar a andar.
También convendría que nos preguntáramos si mis propósitos están en contacto con mis necesidades más auténticas o quizás estén mediados por la presión ambiental del entorno.
Unos propósitos más ajustados
Según éste estudio que se hizo con población australiana, dos de cada tres personas fallan en sus propósitos de año nuevo. Los motivos principales de no cumplirlos fueron: marcarse metas imposibles, no hacer un auto seguimiento o directamente olvidarse de ellos. Una de cada cuatro personas argumentó que era una lista demasiado larga. Este otro estudio defiende que es más fácil llevar a cabo los objetivos si somos capaces de extenderlos en el tiempo en lugar de concentrar muchos en un corto periodo.
Sirva de recomendación una pequeña guía para poder llevar a cabo los propósitos que nos pongamos:
- Elige propósitos realistas, teniendo en cuenta quien eres, no quien deberías ser.
- Que sean concretos. Que tengan una definición clara que pueda llevarse a cabo. (Ej: En lugar de “ser amable”, “hablar con amabilidad a los vecinos”.)
- Acordes con el estado personal del momento. Si una meta es demasiado alta, podemos desanimarnos pronto. Es recomendable dividirla en submetas a cumplir a lo largo del año.
- Más vale que sean pocos pero realizables.
Un día, una vida
Este preciso momento es una invitación para empezar de nuevo, empieza donde estés. Jeff Foster
La idea de que el tiempo es fraccionable es una construcción humana. El calendario es un invento que necesitamos para organizarnos la vida. De hecho, no todas las culturas se rigen por el mismo calendario. Cada vez que la tierra da una vuelta completa al sol, los humanos necesitamos seguir haciendo la cuenta por motivos más que justificados.
Pero si uno pone una perspectiva más amplia, puede ver como realmente no existe un año “antiguo” y otro “nuevo”. La tierra en realidad sigue girando aunque nosotros necesitemos de marcar una línea divisoria que separa un año de otro.
Expongo esto porque quizás nos tomamos demasiado en serio los cambios de año como si fuera algo absoluto, cuando puede que la vida nos esté dando la oportunidad de empezar momento a momento. Si lo vemos desde esa perspectiva, igual no sentimos que nos la jugamos tanto cuando nos hacemos propósitos. En el artículo que escribí acerca de la importancia del descanso exponía esta misma idea; la vida nos da la oportunidad de empezar de cero cada día.
Tengas muchos, pocos o ningún propósito, en Concienciarte, ¡te deseamos feliz año!
Fue desde mi propio proceso de sentir como mi sufrimiento fue sanando a través de la psicoterapia que decidí reconvertirme en psicoterapeuta. Y es desde ahí que tengo y siento la plena confianza de que cuando somos acompañados desde la presencia y se nos ofrece buen abono, tierra y agua,las personas crecemos como flores.
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