Cuando una persona llega a consulta por primera vez, como terapeutas es necesario que hagamos un trabajo de empatía profunda para ver a la persona, es decir, ponernos en su lugar , no sólo a nivel cognitivo sino emocional. Esto nos requiere mucho esfuerzo y atención por nuestra parte. En las primeras fases de la terapia, cuando el vínculo aún no se ha establecido, es muy importante ofrecer escucha y apoyo. Sin embargo, si sólo y siempre ofrecemos apoyo, es posible que la relación terapéutica se quede coja. Por eso, a medida que avanza el proceso es necesario tanto el apoyo como la confrontación.
El apoyo consiste en reforzar las expresiones auténticas del paciente, sus sentimientos, conductas y deseos genuínos. La confrontación consiste en denunciar los juegos neuróticos de la persona: lo falso, evitativo o manipulativo.
Ahora bien, ¿como podemos saber lo que es falso y genuíno en la persona? No tenemos otra brújula que nosotros mismos y lo que sentimos. Se ha tendido a idealizar el rol del terapeuta bajo la premisas de la neutralidad, algo que la actual ciencia ya pone en duda. Es claro que no podemos ser completamente objetivos. El vínculo terapéutico, uno de los factores que más curan en la terapia, será siempre intersubjetivo. Como terapeutas somos nuestro propio instrumento al servicio del otro.
La única objetividad posible es la subjetividad confesada. Carmela Ruíz de la Rosa
El sano equilibrio
Según Fritz Perls, padre de la terapia gestalt:
Con solamente simpatía (…) podríamos decir que hace del paciente un malcriado. Con frustración solamente, el terapeuta se convierte en el ambiente hostil, con el cual el paciente solo puede lidiar de un modo neurótico. En ambos casos, la terapia no da al paciente incentivo alguno para cambiar. “El enfoque gestáltico. Testimonios de terapia”.
Así que lo ideal sería poder ofrecer un justo equilibrio en sesión. La realidad es que hay terapeutas que ofrecemos más apoyo y otros tienden a confrontar más. Mostrarse con autenticidad frente al otro y lealtad hacia uno es fundamental en gestalt. Usar ese equilibrio no es tanto una exigencia interna sino de tomar conciencia tanto como de que tenemos dos manos y hacemos un uso diferenciado de ellas.
Confrontación no es juicio
A veces, desde mi mayor dificultad para la confrontación, he temido que el otro pudiera vivir como juicio algo que yo pudiera devolver. Por ese temor a juzgar, a veces me he quedado sin expresar asuntos que emocionalmente me estaban incomodando y a la vez sentía que necesitaban quedar reflejados en sesión.
En realidad, el juicio está disfrazado de objetividad, son aseveraciones categóricas en donde se etiqueta al otro con frases como “tú eres”, o “tú haces”. Sin embargo, la confrontación se devuelve desde lo que le pasa a uno, con frases que empiezan por “veo que”,”yo siento que…”, “me está pasando ahora contigo…”, etc.
Normalmente, en las relaciones humanas se pasa habitualmente de la complacencia al juicio; de los paños calientes a la acusación. Son pocas las oportunidades que tenemos de que la otra persona nos cuente como se siente desde un lugar honesto. La confrontación en terapia es, de hecho, amorosa en todos los casos, pues no hay juicio, se trata de un acto de generosidad y transparencia de aquel que lo expresa, y permite hacerle ver al otro lo que está haciendo en la relación.
La sopa de pollo es veneno
Esta simpática frase de Robert Resnick se hizo muy popular entre los primeros gestaltistas de California. Lo que viene a decir es que un exceso de apoyo en la relación terapéutica infantiliza la relación. Si lo que ofrecemos es siempre apoyo, entonces vamos a dificultar el autoapoyo de la persona, que es básicamente uno de los principales objetivos de la terapia. Si no hay un mínimo de frustración hacia lo que sentimos son las actitudes neuróticas del paciente, se dificulta el crecimiento.
Claro que no siempre la sopa de pollo será veneno si sabemos cuando “administrarla”. En los momentos más difíciles del proceso, cuando la persona inevitablemente toque con asuntos dolorosos, la sopa de pollo puede ser muy nutritiva. Y necesaria.
(Gracias a las publicaciones de mis maestros Annie Chevreux y Paco Peñarrubia por servirme de inspiración).
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