La palabra compasión tiene un doble origen semántico. Por un lado procede del latín cum-passio (sufrimiento compartido con otro), y del griego pathos (sentimiento entendido como drama interior). Así la compasión seria acompañar al otro en su drama interior. Nos permite percibir el sufrimiento de la otra persona, comprenderlo y tratar de aliviarlo.
Siempre me han dicho que debía ser amable y compasiva hacia los demás pero… ¿qué pasa con la compasión hacia mí misma?
Exigencia
Desde niña he recibido frecuentemente este mensaje: “Tienes que intentar siempre hacer
lo mejor posible. La perfección es virtud.”
La perfección es ausencia total de errores. No Ser (desplegar nuestra esencia) ni experimentar. Sino adivinar el futuro, conocer por anticipado las respuestas (antes de haber formulado las preguntas).
Las equivocaciones son profundamente humanas, nos permiten aprender y avanzar.
Tender siempre a la excelencia y exigencia de uno mismo y hacia los demás nos lleva a la autocrítica, bloqueos, sufrimiento, rigidez y frustración. A pasarnos la vida intentando cubrir expectativas (lo que se espera, lo que debo,…).
Pienso que cuanto más dura sea conmigo misma voy a conseguir mejores resultados, pero realmente es todo lo contrario.
Autoestima
La autoestima (valoración o el amor hacia mi misma) se construye a lo largo de toda la Vida. Requiere que desde niños hayan sido cubiertas nuestras necesidades fisiológicas (alimentación y descanso), de seguridad (cuidado y protección) y sociales.
Aprendemos a querernos cuando los demás nos han querido. Los demás son como espejos de nosotros mismos.
Si siento que no me valoro debo primero averiguar por qué. Una falta de autoestima no es algo que pueda extirparse como un quiste. Aprender a amar-nos es un proceso largo y frecuentemente difícil, lleno de obstáculos. Es un camino que recorremos en Terapia Gestalt dejándonos acompañar por terapeutas.
El proceso tiene varias partes. Primero es necesario conocerme. Después llegará el momento de reconciliarme (llamar a la unión entre diferentes partes de mi en conflicto) y aprender a relacionarme conmigo de una manera sana y nutritiva.
Cuidado y compasión
Hay personas que rechazan la compasión del otro porque piensan que siente pena o lastima por ellas. Pero la compasión nos permite que el otro nos acompañe en nuestro sufrimiento. No es una posición de superioridad sobre nosotros (débiles, expuestos y dañados), sino una mano tendida y un apoyo. Un hombro sobre el que poder reposar y recuperarnos.
Muchas veces tampoco permitimos sentir compasión por nosotros mismos. Afirmaciones como “me doy pena” expresan vergüenza, e incluso rabia, por mi dolor. La compasión por nosotros mismos (permitirnos dolernos) implica un profundo respeto hacia el ser humano que soy. Con sus luces y también con sus sombras. Con sus grandezas y también sus debilidades.
La compasión tiene un profundo poder. Es sanadora y permite que pueda cuidarme y recuperarme (auto-repararme). La persona compasiva observa y acompaña, en silencio, respeto y estando presente. No adopta una postura paternalista, moralista ni juzgadora. Se hace presente (con consciencia) de mi presente.
Conocernos con amor
Puedo ofrecerme a mi misma el cariño y el cuidado que necesito.
Establezcamos un diálogo interno que sea cálido y alentador: Hacemos lo mejor que podemos en cada momento.
Reconozcamos que las dificultades que atravieso, mis fracasos o dolor es algo que comparto con toda la humanidad. No estamos solos en nuestras sombras. Así me sentiré conectada con otros, en lugar de aislada.
Observar y reconocer las situaciones difíciles sin juicio. Abierta a soltar, a dejar el control (sobre lo que suele ser impredecible e incontrolable). Aprendiendo a transitar el dolor, sin escapar de él, sin evitarlo y sin reprimirlo.
Algunos beneficios de la autocompasión:
-Mejorar la regulación emocional. Por un lado reduciendo la actividad mental (menos de esos mensajes que normalmente bombardean mi cabeza). Por otro lado a través de una menor negación de los sentimientos (frecuentemente cuando nos sentimos mal tratamos de ignorarlo).
-Mejora la calidad de nuestras relaciones con los demás.
-Beneficios fisiológicos: estados de mayor relajación y calma corporal. Se reducen nuestras respuestas de ansiedad.
-Mejora nuestra capacidad de sobreponernos ante las adversidades.
[contacta]autocompasion[/contacta]