En el artículo: El camino en terapia Gestalt. (Parte I): Camino es metáfora de la vida quise compartir una experiencia reciente. Y relacionarla tanto con nuestro camino de vida como con el “viaje” que emprendemos cuando decidimos acudir a terapia. Aquí ampliaré alguno de los puntos que traté ¿Cómo nos movemos en la vida?
Os propongo un ejercicio, casi un juego, que os dará muchas pistas. Salid a pasear por el campo, id al parque del Retiro. Si me observo, me escucho y me siento, podré tomar conciencia de cómo ocupo mi lugar en el mundo, de cómo hago “mi Camino de Vida”.
¿Dónde miramos?
La palabra “mirar” viene del latín mirari (admirarse). Se asocia con la raíz indoeuropea (s)mei (reir, sorprender), que estaría presente en la palabra maravilla. Al andar uno mira con los ojos bien abiertos. Pero ¿dónde se dirige la mirada?, ¿hacia dónde se dirige la atención?
Andando se puede mirar hacia abajo. De este modo uno está pendiente lo que está debajo de sus pies, no se tropieza y no se cae. Una opción acertada.
Se puede mirar de frente, a lo lejos, al horizonte que está delante de nosotros. De este modo sabemos hacia dónde vamos, dónde nos dirigimos. Miramos hacia el futuro. Una opción acertada.
Mirar a ambos lados, a la derecha y a la izquierda está muy bien. De este modo uno se percata de todo el entorno y ve muchas cosas.
Volver la vista hacia atrás es correcto, de este modo se sabe de dónde viene uno, se ve el camino recorrido. El pasado. También esta es una opción acertada.
Además se puede ir mirando a todos los lados, cambiando de modo constante la atención. Hacia atrás, hacia adelante, abajo, a los lados… Otra buena opción: uno lo ve todo y no se cae.
Asimismo, al caminar miramos a otras personas. Sus manos, sus pies, sus huellas, sus cuerpos. Y también miramos donde miran.
En todo caso, no hay una opción más acertada que otra, todas con correctas. Todo depende de la necesidad en cada situación, de mi momento vital, de mi “aquí y ahora”.
¿Cómo son mis huellas? Camino Gestalt
¿Hicisteis el ejercicio que os sugerí al principio? ¿Cuál es vuestra tendencia al caminar?:
¿Prefiero estar solo o acompañado en la vida? ¿Me comparo o compito con los demás? ¿Miro más al otro que a mí mismo? ¿Cómo me hace sentir esto? ¿Me conecta con algo? ¿Para qué hacemos lo que hacemos? ¿A qué renunciamos por nuestra manera de estar (caminar) en el mundo? ¿De qué me doy cuenta?, …
Todas estas preguntas surgen del trabajo en terapia Gestalt. El terapeuta camina junto a ti, acompañándote en tu recorrido para explorar estas cuestiones y muchas más.
En ocasiones, mi forma de caminar en el mundo será disfuncional para mí, me hará tropezar o caer, sufrir. Por ejemplo si estoy muy pendiente de lo que “tengo que hacer” (obligaciones y deberes) en cada momento. Muy atento a mis pies para no salirme del camino. Pero…. me olvido del paisaje, de todo lo que me rodea…y me olvido de mi misma, de quien soy.
Caminar bajo la lluvia
A veces no somos nosotros los que elegimos dónde mirar, sino que son las circunstancias las que nos obligan (si por ejemplo una tormenta me sorprende). Luego, cuando deja de llover, sigo haciendo las cosas de la misma forma sin saber por qué. Me olvidé de que antes llovía y me acostumbre a caminar encorvada, mirando solo mis pies…
Si llueve, y no puedo resguardarme (como en la vida cuando surgen los problemas), quizá tenga que seguir adelante, protegiéndome con los medios que tenga en ese momento: acaso un chubasquero, tal vez solo una bolsa de plástico.. quizá nada.
De la misma forma transitamos los problemas de la vida: ¿Cuál ha sido nuestra Historia?, ¿en qué tipo de personas nos ha convertido?, ¿cuáles son nuestros mecanismos de defensa?, …
El camino no está asfaltado. Cada uno crea el suyo
Cuando en la vida nos encontramos ante una decisión importante, muchas veces sentimos que tenemos que elegir el camino correcto. Como si estuviéramos en un cruce de caminos donde solo uno es el que nos llevará a nuestro destino: ¿Cuál es el camino correcto?, ¿qué debo hacer?, ¿Cuál es la decisión adecuada?
Nos proyectamos en el futuro en el momento de decidir y nos olvidamos de nuestro presente, nuestro “aquí y ahora” que es la única brújula que puede marcarnos la dirección a seguir en este momento. Si elegimos una dirección y nos damos cuenta de que no es lo que queremos y que nos equivocamos, no tendremos que desandar nuestros pasos.
Siempre encontraremos un atajo que nos lleve a otro sitio. La única manera de saber que ese no era nuestro sitio era experimentándolo y transitándolo. Y esa experiencia nos dará herramientas valiosas para seguir adelante.
Solo transitando el camino (tu propia experiencia) conocerás y construirás tu viaje de Vida