La confianza básica: la muerte y el sentimiento de abandono.
Cuando hablo con mis pacientes sobre los celos, una cuestión que me parece importante transmitir es que comprendo su perspectiva. Entiendo el miedo que sienten a que su pareja se marche con otra persona, empatizo con ello aunque por momentos resulten irracionales las situaciones y los argumentos que me dan. Para abordar la cuestión me gusta utilizar una analogía entre el miedo a la muerte y el miedo al abandono. La vida es frágil, y si lo pensamos la muerte puede llegar de las maneras más absurdas e imprevistas: bajando un escalón, atragantándonos, durmiendo o cualquier otro acontecimiento igualmente rutinario. Sin embargo, no andamos pensando en ello constantemente cuando bajamos una escalera o cuando tomamos la comida, sino que por lo general contamos con que seguiremos vivos al día siguiente con la misma certeza con la que sabemos que saldrá el sol. A esto lo denominaremos confianza básica.
Del mismo modo es cierto que tu pareja podría enamorarse de alguien en el trabajo, en el metro o tomando un café, o que podrán resultarle atractivas otras personas ( al igual que podría pasarte a ti), sin embargo, en una relación sana hay una confianza básica que se ha ido construyendo a lo largo del tiempo tanto en las historias individuales de los miembros de la pareja, como en la historia común.
En esencia la confianza básica es un mecanismo adaptativo que nos permite disociarnos de nuestra fragilidad ante los acontecimientos de la vida, lo cual es altamente funcional pues de lo contrario estaríamos tan angustiados que probablemente no podríamos desenvolvernos de manera adecuada en el día a día. Hay algunas personas que tienen tanto miedo a la muerte que apenas pueden moverse en el aquí y ahora, y del mismo modo hay personas con tanto miedo al abandono que es muy difícil que puedan entregarse y confiar.
Me gusta tomar este concepto de la confianza básica y utilizarlo en la cuestión de los celos pues creo que es una metáfora muy esclarecedora. Como hemos dicho la confianza básica tiene que ver con una certeza de que al segundo siguiente no moriremos de forma repentina, la cual se construye a lo largo del tiempo en la relación con otras personas y está basada en una cuestión probabilística; el hecho es que los seres humanos no nos morimos sistemáticamente al cruzar una calle, o bajar unas escaleras.
Lo mismo sucede en el amor, la fortaleza de un vínculo, un proyecto común, unos valores compartidos, o una historia de cuidado mutuo y confianza, son factores de protección frente a esa sensación de fragilidad.
La biografía de cada uno juega sin duda un papel fundamental en el modo en el que las personas se vinculan en la actualidad con otros seres humanos. Podemos preguntarnos entonces qué ha pasado en la historia individual para que la confianza en la permanencia de los vínculos y del amor se vea herida, o no se haya podido construir (en el peor de los casos).
El triángulo original: mamá, papá, bebé.
Cuando un individuo pone en duda el amor, y se siente tan inseguro como si se fuese a morir, hay que preguntarse ¿qué ha pasado en su historia? ¿de dónde sale esta idea de que el objeto de deseo (la pareja) puede de repente dejar de quererle y marcharse a un lugar mejor sin ser incluid@? Al responder estas preguntas quizá lo que en un primer momento parecía irracional comience a tener sentido. Veamos cómo se desarrolla evolutivamente la cuestión.
Tras quedarse embarazada la madre está fusionada en un primer tiempo con el bebé, son un sólo cuerpo. Después del nacimiento hay dos cuerpos pero sigue habiendo una fusión psicológica que es determinante para el crecimiento saludable, no sólo del organismo sino del psiquismo del pequeño. En todo éste proceso la función paterna como ya se ha dicho en otros artículos, es la de sostener emocionalmente a la madre para que ella pueda sostener al bebé. Es decir que si antes de ser padres ella le miraba a él y él a ella, ahora la madre mira al bebé y el padre mira a la madre. Al dejar de ser una pareja, se produce un movimiento que busca el mejor equilibrio posible para garantizar el desarrollo saludable de la nueva criatura.
Llegado el momento (cuando el bebé ya no es tan vulnerable) el padre se mueve en la tríada solicitando nuevamente la atención de la madre y rompiendo la fusión con el bebé. Este proceso es fundamental pues al romperse progresivamente la fusión y la madre devolver la mirada al padre (simbólicamente el padre podría ser el trabajo de la madre, u otros intereses), el niño puede mirar hacia otros espacios y continuar su camino de individuación e inclusión en lo social junto a sus iguales; esto es un proceso largo y progresivo.
Confianza básica y constancia objetal
En el caso ideal el niño o la niña descubre una “constancia objetal”, es decir descubre que aunque la madre esté mirando ocasionalmente hacia otro lado, el amor hacia él o ella no se pone en juego, como tampoco su cuidado. Es decir aunque en un momento puntual el foco no esté sobre sí, el amor no desaparece. Constancia objetal quiere decir que del mismo modo que un bote de mermelada sigue existiendo cuando está en la nevera y no lo ves, el vínculo y el amor siguen estando aunque el objeto de deseo esté orientado hacia otros espacios.
En muchas historias de celos se encuentran antecedentes importantes de abandono emocional (y no me refiero solamente a abandono físico, pues como ya sabemos se puede estar sin estar). Si los padres fallan en estos estadíos es más probable que haya dificultades al construir la confianza básica o constancia objetal de la que hemos hablado.
Utilizando la analogía que estamos manejando, cuando la realidad te ha demostrado que bajando las escaleras un ser querido puede morir, o que estando en un momento de vulnerabilidad como es la infancia las figuras de apego no cuidan el vinculo (muchas veces por no saber), ¿cómo confiar después? ¿Cómo recuperar/reconstruir la confianza básica? en mi siguiente artículo seguiré profundizando al respecto.
[contacta]Confianza básica, celos y muerte. Los triángulos en el amor.[/contacta]