En otros artículos ya hemos mencionado que la clave para tener una comunicación profunda con la pareja es mantenernos en la vulnerabilidad y no aferrarnos a los mecanismos de defensa y a la coraza. Vamos a partir de ésta idea central como forma de abordar los conflictos y las discusiones de pareja.
Necesidades, límites y negociación:
En ocasiones la pareja se enfrenta a situaciones y retos difíciles de abordar: cómo gestionar los límites que nos definen como pareja y protegen sin ahogarnos, cómo elaborar los celos, las inseguridades y la individualidad de cada uno.
En el fondo hay una pregunta de base: ¿cuál es el camino para poner en común mis necesidades con tus límites, mis límites con tus necesidades?, es decir cuáles son las necesidades de ambos y hasta donde puede el otro satisfacerlas sin traicionarse a si mismo o hacerse daño. Parece ser que la comunicación y la negociación son elementos imprescindibles.
No obstante ya sabemos que a veces la heridas se interponen, nos sentimos atacados y nos ponemos a la defensiva, nos afincamos en nuestro punto de vista y el objetivo de la discusión pasa a ser determinar quién tiene la razón, quién ha hecho daño antes, etc. Se agranda el conflicto y la negociación se hace cada vez más improbable.
Discurrir en paralelo: el desacuerdo.
Decimos que este es el punto de partida de toda discusión de pareja. Yo veo una parte de la realidad y tú ves otra; tú procesas el mundo con tus ojos, tus vivencias y tus creencias y yo con los míos. Tú tienes unas necesidades y unos límites que son diferentes. Entonces discurrimos en paralelo, como dos ríos que no consiguen poner en común su cauce. Esto produce mucha angustia en la pareja, es el momento de respirar y aflojar.
La solución no es dilucidar quién lleva razón sino precisamente validar y aceptar que hay dos maneras de vivir el mimo hecho, escuchar y no poner el foco de atención en que me comprendan sino en comprender, incluir la vivencia del otro en la mía. Si ambos miembros de la pareja se colocan en esta actitud dialogante es mucho más probable llegar a puntos de encuentro.
Puntos de encuentro: el acuerdo y la intimidad.
Pueden pasar dos cosas: la primera que podamos incluirnos el uno en el otro, ello no significa que tú o yo llevamos razón, sino que tu y yo podemos vernos, aceptarnos. Entonces decidimos qué hacer para estar bien ambos, teniendo en cuenta los respectivos límites y necesidades: negociamos.
Estos acuerdos son siempre susceptibles de ser renegociados, ya que las parejas son sistemas dinámicos que funcionan como organismos cuyas necesidades varían, se reequilibran y se adaptan según cada momento y lugar.
Lo segundo que puede pasar es que no consigamos ponernos de acuerdo en un tema en particular, por ejemplo “tengo celos de una amiga tuya y tú quieres que ella sea tu amiga íntima”, yo tengo un límite que se choca de lleno contra tu necesidad ¿qué hacemos?
En este momento es importante sostener la angustia, no hay respuestas únicas correctas sino soluciones que valgan a una pareja en particular. Es fundamental que el problema no afecte a todas las aéreas de la vida de la pareja, y sobre todo que el conflicto se convierta en una puerta de entrada a la intimidad:
¿por qué es importante esto para ti o para mí? ¿qué es lo que me hace sentir? ¿qué significa esto en tu vida? ¿para qué te comportas cómo lo haces o para qué me comporto cómo lo hago? etc.
No siempre se trata de poder resolver, sino que hablando de ello, expresando sentimientos, entrando en profundo contacto el uno con el otro la relación de pareja se afianza, y se desarrolla un vínculo capaz de sostener las dificultades.
Construir la identidad de la pareja
Como hemos dicho antes no existe una verdad objetiva ni una respuesta única a las problemáticas de las parejas y que las negociaciones forman parte de la identidad de éstas: existen parejas más flexibles que otras, más abiertas o más conservadoras; con distintos ritmos, límites y necesidades.
La pareja se construye, no es que ocurra simplemente, sin más; es necesario trabajar en ella. Este camino de construcción es la base para que florezcan la intimidad, la comunicación y el amor.
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