El origen del Eneagrama
El Eneagrama es un mapa de personalidad que se está haciendo muy popular. Su uso se está extendiendo a áreas fuera de la psicoterapia como son los recursos humanos, escuelas de negocios, el coaching , etc. Cada vez más son los libros que sobre el tema se exponen en las librerías.
Su origen todavía no queda claro. Parece que se trata de un mapa milenario que pudiera estar relacionado con el islamismo sufí y el cristianismo primitivo. Se dice que George Gurdjieff, un buscador y “una especie de Sócrates ruso de comienzos del siglo XX[1]” tuvo conocimiento de este mapa en sus viajes por oriente. La película basada en su libro Encuentros con hombres notables nos cuenta ese proceso de búsqueda.
Se puede considerar a Oscar Ichazo como la persona que, a raíz de las enseñanzas de Gurdjieff introduce el Eneagrama en occidente a través de una formación que él llamó Protoanálisis. Lo orientó expresamente al área del estudio de la personalidad.
Eneagrama en Terapia Gestalt
Aunque se pueda creer que el Eneagrama forma parte de la Terapia Gestalt, esto no es así. De hecho, existen muchos gestaltistas que no lo usan, y buenos conocedores del Eneagrama que no hacen Gestalt.
La introducción del Eneagrama en Terapia Gestalt se la debemos a Claudio Naranjo, psiquiatra chileno y discípulo directo de Fritz Perls, padre de la terapia Gestalt. Naranjo accedió al conocimiento del mapa a través de Oscar Ichazo, y a partir de esos conocimientos ha gestado una formación de desarrollo humano (Programa SAT), en donde el mapa del carácter del Eneagrama sirve de apoyo al proceso de búsqueda interior.
¿Cómo explica la personalidad el Eneagrama?
Si observamos el diagrama de arriba, podemos observar un triángulo equilátero. Ese triángulo explica el origen del carácter y de los eneatipos.
Cuando venimos al mundo lo hacemos sin condicionamientos, y toda nuestra carga genética y biológica está al servicio de la vida y el placer. Sin embargo nacemos en un mundo enfermo, en donde más nos vale crearnos estrategias para sobrevivir, aún a costa de nosotros mismos. Estas estrategias utilizadas son las que van a marcar nuestro carácter.
Así, cuando empezamos a tener conciencia de nosotros mismos, paradójicamente nos desconectamos de nuestra esencia (9). Al desconectarnos sentimos miedo (6), y al sentir miedo nos ponemos una “máscara” (3), que nos sirve para adaptarnos. Al vernos con la “máscara” nos volvemos a desconectar, y así sucesivamente.
Cada eneatipo corresponde a un número, entendiendo ese número como el lugar en donde yo me quedé fijado. En mi “fijación”, basada en mis vivencias y en como las afrontaba, he desarrollado un error cognitivo lo que implica haber aprendido a ver el mundo de manera sesgada. Así, aunque podemos decir que “todos tenemos un poco de todo”, hay uno de los nueve eneatipos que más coincide con mi forma de ver el mundo y de actuar.
Un mapa más en psicoterapia
Se dice frecuentemente aquello de que el mapa no es el territorio. Esto es especialmente cierto cuando estamos hablando del estudio de la personalidad.
Como seres humanos somos únicos, complejos e irrepetibles, sería un error que la persona quedara detrás de cualquier etiqueta. Así que el uso de los diferentes mapas de personalidad en psicoterapia nos son útiles siempre que tengamos en cuenta que sólo son mapas que nos guían en nuestro trabajo con el otro, para hacernos preguntas juntos.
No estaríamos hablando de una herramienta para el diagnóstico sino para la investigación en el proceso terapéutico. El terapeuta se encargaría de facilitar el trabajo experiencial y el diálogo. En el trabajo del Eneagrama se recomienda no el conocimiento intelectual sino vivencial, para lo cual se suele proponer un trabajo con grupos.
Y aunque se trata de un mapa orientativo, el objetivo no es usarlo para quedarnos estancados en la definición del carácter y autojustificar las conductas que ya no nos sirven, si no para ir más allá y trascender nuestros límites.
Personalmente creo que el Eneagrama es un mapa muy valioso en el trabajo del autoconocimiento y crecimiento. Puede arrojar luz sobre nuestra manera de hacer, y darnos pistas en nuestro proceso. Pero desde luego no es la única herramienta y no siempre tiene porque ser la más adecuada.
[1] Claudio Naranjo. El eneagrama de la sociedad
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