¿Salud física o salud emocional?
La medicina que conocemos tradicionalmente se ha empeñado en separar los procesos físicos de las emociones como si fueran dos entidades distintas. Fritz Perls, padre de la Gestalt, decía que parecía no tener mucho sentido hablar de enfermedades psicosomáticas, ya que la propia palabra establece una división de lo que es indivisible. Emociones y salud conforman un todo indivisible.
Afortunadamente la ciencia está empezando a reconocer la importancia de las emociones en nuestra salud. Por ello, hacer una división entre salud física y salud emocional, desde esta perspectiva no tendría mucho sentido, tratándose finalmente de algo holístico.
Algunas evidencias científicas
La psiconeuromunología es una disciplina relativamente reciente, que lleva varios años mostrando evidencias en cuanto a la concepción de la salud como algo global, en lugar de ser algo puramente fisiológico.
Los estudios de esta disciplina arrojan gran evidencia sobre el estrés, donde se ha demostrado cómo una gran variedad de acontecimientos psicosociales, que son percibidos como estresantes por el individuo, pueden producir alteraciones de la función inmune.
Por otra parte, la ciencia psicológica ha desarrollado dos tipos de patrones conductuales que guardan relación con ciertas enfermedades:
- Patrón de conducta tipo A, cuyos rasgos principales son alta motivación de logro, marcada competitividad, estado de alerta permanente, y exceso de agresividad. Diversos estudios han demostrado que este tipo de conducta es –asuntos genéticos aparte- propenso a problemas de tipo coronario como arritmias, anginas de pecho, o infartos.
- Patrón de conducta tipo C, se trata de personas poco asertivas, que rara vez tienen en cuenta sus propias necesidades y deseos. Tienden a reprimir la expresión de sus emociones, especialmente las relacionadas con impulsos agresivos. Este tipo de personas muestran a largo plazo una mayor vulnerabilidad al cáncer y a enfermedades de tipo autoinmune.
La escucha del cuerpo como termómetro de nuestras emociones
Más allá de las investigaciones, todos hemos podido observar alguna vez como el cuerpo nos avisa de emociones de las que no siempre somos conscientes. Determinados problemas en la piel, dolores de cabeza, espalda, articulaciones, etc, son reflejo de que interiormente algo no va bien.
Nuestro cuerpo nos da la oportunidad para escucharnos y hacernos cargo de lo que nos pasa, en lugar de intentar aliviar el síntoma a toda costa.
Como vivimos y expresamos las emociones, el asunto clave
El estrés es una respuesta evolutiva que llevamos “de serie”, la cuál nos ayuda en situaciones de supervivencia extrema. Se producen determinadas hormonas y se movilizan una serie de recursos que nos dirigen hacia la “lucha” ó “huída”. Obviamente, los cambios sociales son bastante más rápidos que los evolutivos, y las condiciones de peligro que hoy día vivimos no se parecen remotamente a las que tuvieron nuestros ancestros.
Sin embargo, hoy día esta respuesta continúa “instalada” en nuestro organismo, y la mayor parte de las veces no importa tanto el suceso en sí como la interpretación que hacemos. Así, cuando la respuesta de estrés es prolongada, el sistema inmune comienza a verse afectado.
Como hemos visto con los patrones de conducta, la expresión de las emociones es la otra parte a tener en cuenta. Así, nuestro cuerpo se resiente tanto si nos encontramos “enganchados” a nuestras emociones sin ponerlas freno, como si somos incapaces de expresar lo que nos pasa.
La virtud del término medio
Como seres emocionales que somos, las emociones están a nuestro servicio y hacernos cargo de ellas y expresarlas nos enriquece y ayuda a comunicarnos con los demás. Sin embargo cuando éstas nos desbordan y tenemos dificultad para expresarlas sanamente, dejan de estar a nuestro servicio para volverse en contra.
Es importante trabajar en dos sentidos; cómo interpretamos lo que nos pasa y cómo lo expresamos hacia los demás.
Gran parte de las emociones que sentimos tienen su origen en pensamientos. Así, por un lado, tener la posibilidad de ver otro punto de vista de la situación, para lo cual a veces necesitamos ayuda externa, nos puede ayudar a interpretar nuestras vivencias con un menor sufrimiento.
Cuando expresamos lo que nos pasa, tan dañino es expresar sin control cualquier sentimiento que nos venga, y quedarnos enganchados ahí, como guardarnos lo que internamente nos sucede y ser incapaces de transmitir al otro cómo estamos. Independientemente del patrón de cada uno, el que podamos vivir y expresar lo que nos sucede sin hacernos un daño de más, es garantía de salud.
Sin duda, un mayor bienestar emocional es uno de los factores determinantes para poder vivir un poco más felices. Y más sanos.
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