Siguiendo con nuestra serie sobre el eneagrama abrimos el nuevo curso con la presentación del eneatipo 8.
Mónica Alonso nos dibuja muy finamente las características de este eneatipo a través de sus pinceladas:
“Es un hombre fuerte. Tan alto y moreno que parece un gigante de cuento infantil. Las espaldas anchas, muy anchas. Y las manos grandes, muy grandes. De niño pisó la calle más que el cuarto de baño de un hogar medio roto. Su madre apenas le dio un abrazo y su padre desapareció cuando todavía no tenía conciencia del paso del tiempo. Pasó de tumbar latas al tirachinas a pasar papelinas en las esquinas del centro de la ciudad.
Lleva encarcelado unos tres años. Los rumores de comedor dicen que se cargó a dos guardas jurados en una trifulca; solo con sus manos. Se pasa las mañanas en el gimnasio, levantando pesas ensanchando sus espaldas un poco más. Muchos le temen, la gran mayoría lo rehúyen. Y él solo gruñe cuando hay cola en el baño. Entonces al oírlo, una fila de ojos temerosos se giran y le dejan pasar. Rezan por que aún quede papel higiénico colgando del gancho.
Hace una semana, en el poyete de su ventana, se posa un gorrioncillo con el ala rota. ─Se habrá caído del nido que hay en el techo─, piensa mientras lo recoge con cuidado entre sus manos haciendo una especie de jaula de cariño entre sus dedos.
Se pasa los días guardando migas de pan mojadas en leche y se las da gota a gota al pobre animalillo. Lo lleva de paseo en el patio de cemento metido en el bolsillo de su camisa azul marino; dándole el calor de su pecho tatuado. Gorrión y gigante, gigante y gorrión, como en una sinfonía de historia interminable, como una fantasía de inocencia escondida se pasean por el patio dos horas al día. Son temidos y envidiados al tiempo. El gorrión asoma divertido su pico por encima del bolsillo. El gigante se pasea orgulloso, escondiendo su ternura más allá del pecho.
Hoy, el gorrión ha querido aventurarse algo más e intentar un tímido vuelo. Cae al suelo irremediablemente y se estampa en el pétreo suelo. Ay, inocente que creías que tu ala te sostendría. El gigante da tres pasos sin percatarse del fortuito accidente de su amigo. Justo en ese segundo, en ese mismo segundo, el pie de otro preso pisa la cabeza del pequeño gorrión y sigue corriendo en su entrenamiento matutino. Crec.
El gigante se gira y apenas le da tiempo de darse cuenta de la pequeña mancha roja con plumas en el suelo. Alarga el brazo y con su gran mano agarra la cabeza del corredor inconsciente. Le da media vuelta, lo mira con ojos ensangrentados, le escupe en la frente y le estampa la cara en el suelo. Una, dos, tres veces. Hasta que le sangra la nariz en su colérica reacción. Cuatro, cinco, seis. Le pega dos puñetazos en las costillas y cuatro patadas en el estómago. El preso corredor queda inmóvil en el suelo, en una mancha roja y sin plumas, pero con la camisa desgarrada y los ojos hinchados.
Cuando el celador, ya en su celda, le pregunta al gigante, éste solo puede responder suavemente: ─Era un simple pajarillo. Un inocente pajarillo. Un inocente pajarillo…
Su mirada se aleja. Cada vez más lejos.” Uknne Moon, Corazón en ocho
Características de personalidad
La pasión del eneatipo 8 es la lujuria. Pero conviene entenderla no sólo de manera sexual. Va más allá, convirtiéndose en una pasión por apropiarse de todo lo que sienten les pertenece. Desde la pasión lujuriosa por ir hacia lo que uno quiere el otro puede convertirse, bien en objeto de posesión, bien en medio para conseguir sus fines. Se trata por tanto de uno de los caracteres que en su estado más descentrado más dificultad tienen en experimentar empatía hacia el sufrimiento ajeno, ya que la emoción de la culpa es prácticamente reprimida. Una de las funciones de la culpa sana es percartarnos de que vivimos rodeados de otros que también sienten y tienen necesidades. Pareciera que el 8 tuviera dificultad en reparar en eso.
El eneatipo 8 es un carácter orientado a la acción y su conducta está presidida por la impulsividad. Primero se actúa y luego se piensa. Mientras que por ejemplo caracteres como el 6 y el 3 tienen un autocontrol excesivo, la manera de funcionar del 8 es desde el descontrol y la falta de límites. Conectada con esa impulsividad hay una adicción a la intensidad y al placer por los excesos, llegando incluso a ponerse en situaciones de riesgo.
A las personas 8 se les mueve algo muy intenso con la autoridad. Se trata de personas rebeldes y antiautoritarias que desdeñan cualquier poder que no venga de ellos mismos. Desde esa perspectiva consideran que las normas sociales pueden ser transgredidas, ya que lo que socialmente se valora como bueno ellos lo valoran como falso e hipócrita y viceversa. La paradoja es que, tratándose de personas antiautoritarias con la norma externa, se convierten en personas excesivamente autoritarias en su zona de poder. Un ejemplo muy claro lo podemos ver en la biografía política de Josef Stalin (un eneatipo 8 muy insano), quien pasó de posiciones antiautoritarias a ser un genocida.
El origen de la herida
Parece que la mayoría de las personas 8 han vivido una infancia difícil, bien fuera por exceso o falta de límites o por situaciones familiares de violencia y/o exclusión social. Lo que parece que es común es haber vivido experiencias de humillación. Esos aprendizajes les llevaron a la necesidad de esconder y negar su vulnerabilidad. Se vieron en la tarea de tener que ser fuertes y pisar antes de ser pisados.
El 8 apenas tiene conciencia de su miedo y carencias. Como el relato cuenta, detrás de la piel tan gruesa existe un contacto íntimo con la sensibilidad y ternura propia, pero negada y proyectada en la necesidad de protección del débil.
Fenotipo y psicopatología del eneatipo 8
Son personas que transmiten fuerza y presencia independientemente de su tamaño. Se desenvuelven con actitud leonina y una mirada desafiante que puede llegar a dar miedo. Mientras que otras personas pelean por tomar la autoridad, ellos sienten que ya son autoridad. Energéticamente están muy bien arraigados al suelo y el presente, muy seguros de los recursos propios. El 8 es carácter muy masculino, también en mujeres, y con mucha energía seductora y sexualizada al servicio de la satisfacción propia.
Si estableciéramos un continuo de neurosis en el 8, el extremo menos sano correspondería con el Trastorno Antisocial de la Personalidad, que en el DSM-5 se caracteriza por rasgos como: “fracaso para adaptarse a las normas sociales”, “deshonestidad [···] para obtener un beneficio personal o por placer”, “impulsividad o incapacidad para planificar el futuro”, “irritabilidad y agresividad”, “despreocupación imprudente por su seguridad”, o “falta de remordimientos”.
Los antídotos del carácter
Lo cierto es que no es habitual encontrar ochos en procesos de crecimiento personal. El hecho de mirarse adentro y cuestionarse pueden verlo como síntoma de debilidad. El mecanismo de negación es tan grande que resulta difícil que la persona se de cuenta de su funcionamiento más interno.
Claudio Naranjo propone como virtud de sanación la inocencia. Ésta consistiría en recuperar la espontaneidad infantil, y que la persona pueda contactar con el niño herido que una vez fue. Desde la visión del niño, uno puede dejar de ver el mundo con desconfianza y aprender a volver a conectar con su propia ternura.
Tocar la emoción, dejarla sentir de nuevo y aprender con empatía a ver verdaderamente al otro y su dolor, son salidas que reconcilia a un 8 con el mundo y la vida. Le da la oportunidad de experimentar una auténtica alegría de vivir.
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