Después de tantos meses escribiendo sobre el eneagrama, al fin toca despedirse y cerrar la serie. Y será con el eneatipo 9.
Características de personalidad
La pasión característica del 9 es la pereza. Pero como tantos otros pecados de este mapa, no es pereza en el sentido literal. Se trataría más bien de una cierta desidia a la hora de contactar consigo de manera profunda. Así, al 9 le cuesta saber lo que necesita porque apenas está en contacto con sus deseos. Es como si hubiera tenido que acostumbrarse a olvidarse de sí y desaparecer para estar al servicio del otro.
Las personas 9, lejos de ser inactivas se encuentran identificadas con la acción, ya que pertenecen a esa triada. Su identidad está muy construida en relación al hacer. Pero no es ésta una acción orientada y consciente, si no más bien mecánica y compulsiva y que sirve para eludir contactar consigo y evitar la sensación de vacío interno.
El eneatipo 9 es un experto evitador de conflictos, ya que desde el olvido de sí se pone al servicio de atender y cubrir las necesidades de otros. Ofreciendo una imagen de “niños buenos” y afables, se esfuerzan mucho por lograr un ambiente de paz y armonía, pero el precio de la evitación del conflicto externo es un gran resentimiento interno, pues tienen mucha dificultad en expresar rabia de manera asertiva. Como instintivos pueden en ocasiones soltar enfado impulsivamente para a continuación arrepentirse contactando con mucha culpa. El 9 carga como un buey el enorme peso que implica vivir la vida a través de los otros.
La fijación es la indolencia o postergación, ya que para el 9 el mundo es muy complicado y conviene simplificar. Desde esa necesidad de no complicarse ni querer ver más allá, surge una fuerte resignación ante la vida. Un tirar la toalla ante el mínimo planteamiento de los propios deseos. Se trata por tanto de personas muy apegadas a lo terrenal y concreto: amigos por lo general de la costumbre y el sentido común.
Biografía del eneatipo 9
Parece que en la biografía de estas personas hay un distanciamiento prematuro de las propias necesidades y deseos para adaptarse al entorno familiar.
Se trata en la mayoría de los casos de personas que no fueron vistas en su niñez como personas con necesidades diferentes a las de los progenitores. De ese modo aprendieron a identificar la necesidad ajena como propia, olvidándose de escucharse a cambio de obtener amor.
En el proceso de individuación infantil es sano que determinados límites que empieza a poner el niño sean respetados para que más adelante se desarrolle con capacidad de asertividad y buena autoestima. En la biografía de este carácter no parece que esto sucediera así.
Corporalidad y expresión
El eneatipo 9 guarda relación con la estructura corporal y caracteriológica del carácter masoquista de la bioenergética. El masoquismo se entiende no tanto desde el disfrute de lo doloroso, si no desde la dificultad de contactar con el placer.
Juan José Albert, en su libro Ternura y agresividad refiere que “la constitución muscular y la morfología corporal del carácter masoquista se dispone en función de contener y bloquear energéticamente la expresión y satisfacción de los impulsos”. Añade respecto a la expresión facial que “La cara tiene, casi sin excepción, una expresión bondadosa y apaciguadora; los ojos, que suelen ser grandes y la mirada tierna, dejan traslucir con frecuencia un sentimiento de tristeza y de resignación que, en general, no es procesado de forma consciente”.
La constitución corporal suele ser ancha como resultado del exceso de contención muscular, a lo que se añade en muchas ocasiones sobrepeso, en parte por la necesidad de narcotizarse con la comida para tapar el contacto con el vacío interno.
Despertando hacia la vida
La virtud que sana al eneatipo 9 es para Claudio Naranjo la acción esencial. Tendría que ver con abandonar los automatismos propios de este carácter para pasar a una acción desde el contacto con las necesidades propias. Es importante aprender a atravesar la angustia que supone romper con la imagen de personas generosas cuando uno de verdad se empieza a tener en cuenta.
Algo muy importante a trabajar es la escucha interna y el contacto con su deseo. Se puede intuir que un 9 empieza a sanar cuando deja la resignación a un lado y su insatisfacción le empieza a hacer preguntas acerca de si está viviendo la vida que realmente quiere.
Y para terminar la serie y como ejemplo vivo de su proceso, quiero cerrar con este relato de Mónica Alonso que invito a leerlo en su totalidad. Una 9 a la que siento muy viva y despierta y que me ha ayudado a aderezar con su belleza los artículos de todos estos meses. Gracias
“Antes de saber que yo ya soy mi propia familia me tenía por parcial, imperfecta. Escasa. Incompleta. Me sabía la mitad de algo indecible. De algo fugaz, perecedero. Con el anhelo de buscar. El anhelo de encontrar. Sobre todo, el anhelo de encontrar. Una búsqueda ansiosa. Una búsqueda codiciosa. Insaciable. Tan cansada. Tan cansada. Tanto que ya no quise buscar más. Ni menos. Nada.
Curiosamente. Ay, curiosamente, hallé. Encontré dentro de mí. No fuera, como un manuscrito traspapelado. No. Encontré dentro de mí, de mis cajones más profundos, más recónditos. Encontré y entendí. Entendí que yo soy ya mi propia familia. Soy mi propio padre que me indica el camino. Me da fuerzas. Y me coloca en el mundo. [···]” Uknne Moon. Mi propia familia.
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