Un dualismo que nos fragmenta
En el propio título del artículo “Escuchando nuestro cuerpo” se puede apreciar el dualismo que de nuestra cultura occidental hemos heredado, “nuestro” supone algo que tenemos, que poseemos y, por lo tanto, un objeto que se distingue, diferencia, queda de algún modo separado de nuestro sí mismo, de nuestro yo.
Desde Platón, pasando por Agustín de Hipona y el cristianismo, siguiendo con R. Descartes,-el que lleva hasta las últimas consecuencias la radical separación entre cuerpo y alma- hasta nuestros días, -donde separamos por un lado, el psiquismo humano y los problemas psicológicos y, por otro, el cuerpo y los problemas que tiene, siendo especialistas diferentes para cada caso- nos han enseñado que somos cuerpo y mente, y así, de forma imperceptible, aprendemos a vivirnos escindidos, fragmentados.
De hecho, cuando vamos al médico, vamos porque padecemos un síntoma, una enfermedad, nos colocamos, sin darnos cuenta, en receptores pasivos de lo que nos ocurre y dejamos que un tercero, el/la médico, nos cure esa parte.
Por supuesto que el conocimiento del especialista es importante, pero tan importante como nosotros para atender y escuchar lo que nos está pasando. Colocarnos como sujetos activos de lo que nos pasa es una garantía para responder hábilmente (responsabilizarnos) de aquello que nos pasa.
Una perspectiva desde la Terapia de Gestalt
La consecuencia de esta perspectiva es muy importante porque nos hacemos sujetos activos, formando parte de lo que nos pasa y nos permite entrar en diálogo con aquello que nos pasa.
La tarea del terapeuta desde este enfoque holístico gestáltico, es fomentar el diálogo entre el órgano enfermo y la persona que lo tiene.
A nadie le gusta enfermar y por eso, muchas veces, lo vivimos como un fastidio, ( esto en el mejor de los casos, cuando es una enfermedad grave lo que sentimos es mucho más que eso) nos enfadamos con la enfermedad, sin darnos cuenta que lo que estamos haciendo es rechazarnos a nosotrxs mismos y así, nos deslizamos en la pendiente de no atendernos ni cuidarnos.
En diálogo con nosotros mismos: nuestro cuerpo
Partiendo de estas tesis, Adriana Schnake [1] propone un diálogo que se establece en el aquí y ahora entre la persona y su enfermedad, que no es el mismo que el que se establece entre la persona y el/la médico. Y esta diferencia me parece esencial: normalmente este diálogo con el médico se basa en la aplicación de los conocimientos del especialista sobre los síntomas de la enfermedad, conocimientos desconocidos para el paciente. Así, de forma imperceptible, se juega a la escisión entre enfermedad (controlada por el especialista) y la persona que la padece.
Con esto no estoy queriendo decir que no sea necesario ir al especialista, lo que quiero resaltar es que con este otro tipo de diálogo, al ser entre la persona y una parte de ella, le permite escucharse desde el órgano, dejar de pelearse,-si fuese el caso- y descubrir qué tiene en contra y qué tiene en común con su órgano, de forma que se pueda dar un proceso de acercamiento e integración.
Este diálogo es siempre personal y único, se trata de explorar nuestro paisaje corporal. La/el terapeuta, tiene que ser sencillamente testigo de ello, facilitando desde una escucha activa el diálogo y potenciando este particular camino de autoconocimiento.
[1] Enfermedad, síntoma y carácter. Autora Dra. Adriana Schake. Editorial Cuatro Vientos. 2007
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