Existen numerosas investigaciones científicas que abordan este asunto. Para escribir este artículo, he preferido basarme en mi experiencia personal. No pretendo establecer leyes absolutas, sino poder hablar de los factores que en mis años de oficio voy viendo como imprescindibles para el cambio en psicoterapia.
A continuación iré explicando las variables que valoro más importantes. No se trata de factores independientes, si no que todos están interelacionados:
La relación terapéutica
Es algo vox populi y de común acuerdo en todas las escuelas de psicoterapia humanista (y en la gran mayoría de otras orientaciones) que es el buen vínculo terapéutico lo que está de base para que un proceso dé sus frutos. La relación terapéutica son pues los cimientos desde donde se construye una buena terapia.
¿Por qué esto es así? Aunque puede haber muchos motivos que lo expliquen, diría que lo esencial es lo que Franz Alexander llamaba la experiencia emocional correctiva. Consiste en que frente a lo que la persona trae a sesión, el terapeuta responde de modo diferente a la reacción patológica de personas importantes en su pasado. Y para que el terapeuta pueda acoger sin juicio, con empatía y aceptación incondicional lo que la persona trae, es imprescindible que éste haya hecho y siga haciendo un proceso personal de autoconocimiento. Desde ese trabajo propio del terapeuta (y junto al bagaje de formación teórica y técnica en su repertorio), éste puede facilitar en sesión un estado de presencia amorosa que ayuda al paciente a resolver asuntos dolorosos del pasado.
Sin embargo, no siempre bastan estas condiciones en el profesional para que se dé vínculo. Es imprescindible que la persona que acude a pedir ayuda confíe en el terapeuta. Y no sólo dependerá de la actitud de éste, sino de que la persona pueda depositar su confianza a través de la percepción subjetiva de sus capacidades, mediadas por factores propios de personalidad e historia de vida.
La toma de conciencia
En otras ocasiones ya hemos escrito sobre la importancia del darse cuenta como factor de cambio en psicoterapia.
La terapia gestalt pone mucho énfasis en esta variable, y es uno de sus núcleos principales. Pero este factor está presente de un modo u otro en muchas otras escuelas. El psicoanálisis habla de “hacer consciente lo inconsciente”. Otras terapias como la cognitiva hablan de ver más claramente la realidad a través de un proceso de eliminación de creencias desadaptativas.
Conocernos es entendernos, entendernos es comprendernos, comprendernos es dejar de juzgarnos, dejar de juzgarnos es aceptarnos. Aceptarnos es amarnos
El darse cuenta (awareness en inglés) nos ayuda a elaborar un conocimiento diferente y más profundo de mi, a crear un relato nuevo y a arrojar luz en lugares donde antes había oscuridad. En la capacidad de poner un nombre a lo que experimento y saber cómo se relaciona con la historia de mi vida, podemos experimentar un inmenso alivio que nos hace mirarnos con mayor compasión .
El desahogo emocional
La terapia es un buen espacio para que la persona suelte el lastre que conlleva los avatares de la vida. Como humanos, necesitamos comunicarnos y expresarnos, sea lo que sea que estemos experimentando. La mayoría de las veces necesitamos más sentirnos escuchados y entendidos que el ofrecimiento de “soluciones mágicas” u opiniones subjetivas. A través de las capacidades de escucha activa del terapeuta, el desahogo emocional por sí mismo ya es curativo.
Al compartir lo que uno vive internamente a una tercera persona, esta información pasa por un canal diferente. Como una paciente me dijo hace poco, “es que no es lo mismo pensar algo que hablarlo”, pues la expresión de la vivencia interna muchas veces ayuda a ver las cosas con otra perspectiva y facilita descubrir aspectos nuevos en uno.
Hacer algo diferente
Para que la terapia funcione, la persona ha de ser un sujeto activo en el proceso. La implicación total del terapeuta es fundamental, pero no puede haber proceso exitoso sin la participación igualmente activa del paciente.
La persona en terapia tiene el reto de atreverse a hacer algo diferente a lo habitual, esencialmente tratando y vivenciando asuntos que en su vida normalmente tiende a evitar. Ya hablamos de la evitación experiencial como estrategia a corto plazo que prolonga el sufrimiento.
Nuestros condicionamientos en la personalidad nos hacen funcionar muchas veces en piloto automático. Para trascender nuestras limitaciones, a veces toca nadar a contracorriente, atreviéndonos a hacer algo diferente a lo conocido. Si por ejemplo el miedo es una emoción que me impide expresar lo que siento, en algún momento me daré cuenta de que merece la pena vivirlo y atraversarlo a cambio de una mayor libertad.
La autoaceptación
La autoaceptación es un hecho esencial para que pueda darse un cambio en psicoterapia. Desde mi punto de vista, se trata tanto de un factor causal como la natural consecuencia y síntoma de que el proceso está yendo en buena dirección.
“La curiosa paradoja es que cuando me acepto tal como soy, entonces es cuando puedo cambiar”. Carl Rogers
Este último punto me parece demasiado importante como para no seguir desarrollándolo. Profundizaré en él en el próximo artículo.
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Extraordinario artículo
Muchas gracias!