Muchas veces aparece una emoción en nosotros: la culpa. En los próximos artículos intentaré ahondar un poco más sobre ella, ya que es tan extendida y sentida.
Es un tema delicado, pocas veces tocado y que genera muchos sentimientos enfrentados, pero muy presente en nuestra vida. ¿Por qué, si está tan presente, evitamos hablar de ella y profundizarla? ¿Qué sentimientos nos produce nombrarla, sentirla, hacerla presente?
¿Qué es la culpa?
La palabra culpa viene del latín culpa (falta, imputación), de ahí la frase “mea culpa”, cuando uno admite un error. El derecho romano, entendía la “culpa” como una falta cometida, significado que ha llegado hasta nuestras leyes actuales. Pero asociado a esto también hay un sentimiento o emoción, que también llamamos culpa.
Así que la culpa, en origen, haría referencia a una conciencia personal sobre el bien y el mal (entendido como daño u ofensa).
Por nuestra Historia, la culpa se ha ido tiñendo (social y culturalmente) muchas veces a través de la religión, de otros sentidos que han ido cargándola de un valor muy negativo: culpa = pecado = soy mala persona = infierno (castigo). Todas estas ideas se van encadenando en mi mente, llevándome de una a otra. Frecuentemente siento que soy todas esas cosas desagradables cuando me siento culpable, con lo que mantengo una imagen muy negativa de mí mismo.
Todo lo que sentimos tiene un sentido, un porqué. Si aprendemos a saber qué es lo que nos están diciendo las emociones que tenemos en cada momento podremos usarlas para avanzar en nuestro camino. Como expresión emocional o sentimiento natural que se produce en nosotros, la culpa también nos está diciendo algo. Solo tenemos que aprender a escucharla y descubrir qué mensaje nos da. En Terapia Gestalt podemos trabajar para profundizar en lo que nos está ocurriendo:
Nuestra relación con la culpa puede darnos mucha información de nosotros mismos
¿La culpa es algo negativo?
Cuando nos conectamos con la culpa nos sentimos mal. Nos vienen a la cabeza mensajes como “soy mala persona”, “no hago lo correcto” o “los demás me van a rechazar”. Vista así la culpa no es más que una etiqueta que nos asfixia, la sentimos como un caparazón rígido entorno a nosotros. Y rápidamente es algo que luchamos por “quitarnos de encima”, alejando la culpa de nosotros. Muchas veces hacemos esto volcándola en los demás o en las circunstancias:”los otros son los culpables”, “ellos hacen que me comporte así” o “no pude hacerlo de otro modo”. De esta forma no conseguimos nada pues el sentimiento de culpa no desaparece sino que lo tapamos, disfrazándolo de otra cosa (por ejemplo rabia o agresividad)
La culpa puede ser legítima y positiva.
Tendemos a rechazar en nosotros las emociones que nos hacen sentir mal. Pero ¿qué sentido tiene esto?, ¿cuáles son las consecuencias?, ¿por qué nos hacen sentir mal?
La culpa entendida positívamente es responsabilidad sobre nuestras acciones. La culpa nos lleva a “actuar con habilidad”. Este es el sentido de la responsabilidad desde la Terapia Gestalt.
Culpa vs Miedo
Hay dos emociones que a veces nos puede costar mucho diferenciar. Son el miedo y la culpa. Muchas veces podemos creer que nos sentimos culpables cuando en realidad es el disfraz de otra emoción más primitiva, que se ha asentado en nosotros más tempranamente: el miedo. El miedo es una emoción que sentida con gran intensidad nos inunda. El miedo puede llegar a paralizarnos, o por el contrario a que actuemos de forma impulsiva y precipitada. Suele ser el miedo a perder cosas, a que nos rechacen o a que nos frustren.
¿Qué hay detrás de esa culpa? Cómo dar sentido nutritivo a la culpa
En el trabajo que realizamos en Terapia Gestalt tratamos de entender:
1º Diferenciando introyectos. Los introyectos son mensajes que nos han repetido (probablemente desde niños) y que hemos asumido como propios porque las personas que nos los decían eran importantes para nosotros (como nuestros padres): “eres un niño sucio”, “eso está mal”, “eres desordenado”,… Sentimos malestar porque conectamos con esos mensajes tan profundamente arraigados en nosotros y los damos por ciertos. Cuando conecto con el introyecto yo siento que “soy mala persona”.
2º La culpa me da una información valiosa. ¿Qué me está diciendo la culpa?. Frente al mensaje de mi infancia de “soy malo”, la culpa me ayuda a entender como está siendo mi relación con el otro, ayudándome a empatizar con él . No soy mala persona sino que en una situación concreta “hago algo mal o que daña al otro”.
Al igual que todas las emociones que sentimos, siendo sensibles a ellas y no negándolas o tapándolas, trabajar en terapia sobre la culpa nos puede dar mucha información: ¿qué me está diciendo esta culpa? Normalmente tiene que ver con aspectos de mis relaciones con los demás. Me permite reflexionar sobre mis actos y valorarlos, trascender del lugar donde estoy y crecer en mi relación con el otro: ¿qué he hecho?, ¿por qué me siento así?, ¿cómo se siente la persona que tengo frente a mí?,…
La culpa nos hace más humanos
En el próximo artículo sobre la culpa hablaré de cómo trascenderla, atravesarla y aprender de ella para crecer, pasando de sentirla como un lastre a tenerla como una aliada, una guía en nuestro camino.
[contacta]Superar la culpa[/contacta]
1 comentario