“Los sentimientos de culpa son muy repetitivos, se repiten tanto en la mente humana que llega un punto en que te aburres de ellos”(Arthur Miller)
Decía en mi primer artículo (“La culpa. Parte I: La culpa no es pecado”) que la Culpa es un sentimiento relacionado con nuestra conciencia del bien y el mal, por ejemplo asociado a un daño que infligimos a otra persona. La Culpa puede ser entendida de una forma positiva y ayudarnos a crecer en nuestro desarrollo personal.
¿Es realmente Culpa lo que siento?
Es importante tomar conciencia de qué es lo que estoy experimentando. No quedarme simplemente en “la etiqueta de CULPA”.
Frecuentemente, como mecanismo de defensa, disfrazamos unas emociones de otras, que nos resultan más soportables, por ejemplo para mantener el ideal que tenemos de nosotros mismos. La imagen que tengo idealizada de mí puede esconder grandes fragilidades e inseguridades. Por eso, hago lo posible para que esa imagen se mantenga intacta. Esto puede ser una manera de justificarnos ante nuestras acciones en vez de responsabilizarnos por ellas.
Justificarnos sería darnos mensajes del tipo “no pude hacerlo de otro modo” o “lo hice lo mejor que pude”. No me doy cuenta, en realidad, que hice lo que estaba acostumbrado a hacer o lo que era más fácil para mí. Pero: ¿cómo se siente el otro?, ¿en qué lugar le coloca lo que he hecho?…. Muchas veces no somos conscientes de todo esto, ni de nuestras “rutinas de funcionamiento”. A veces es difícil “desenmascarar” las emociones cuando las disfrazamos de otras. Creemos que sentimos Culpa, cuando en realidad tenemos otra emoción (quizá Rabia). La Terapia Gestalt nos ayuda a ir tomando conciencia de todo ello.
Entendida positivamente, desde la Terapia Gestalt, la Culpa es responsabilidad (nos lleva a “actuar/responder con habilidad”) sobre nuestras acciones.
Me siento culpable: ¿Por qué?
Por el valor negativo que habitualmente se le da a la palabra culpa (normalmente influidos por la religión), es algo que nos produce mucho rechazo. Pensamos que somos malas personas si sentimos culpa y que los demás nos van a rechazar.
La culpa así vivida me distancia del otro y me deja “enganchado” en mí mismo. Cuando me siento atormentado por la culpa el proceso es como un círculo vicioso que se autoalimenta constantemente: me siento culpable>me siento mal>soy mala persona> me siento culpable… En Terapia Gestalt la relación con el terapeuta nos permite romper con ese círculo y abrir el foco de atención.
La Culpa como un Escudo frente al mundo
Muchas veces alternamos entre la sensación de la culpa como un peso sobre las espaldas insoportable, doloroso. Y por otro lado con el deseo y la necesidad de “quitarnos esa culpa de encima” como si fuera una enfermedad, algo que nos ha venido dado y que “no es nuestro”.
La culpa así sentida me deja solo en el mundo. Me lanzo a una carrera desesperada por hacer cosas para sentirme mejor. Intento liberarme de ese sentimiento de culpa (acallarlo, taparlo) y me olvido del otro (me pongo un “caparazón” frente al sufrimiento ajeno). Yo siento culpa y ….¿qué siente la persona con la que me relaciono y en cuya interacción ha surgido esa emoción en mí? Porque la culpa siempre surge “en relación con otro”, cuando hay un NOSOTROS; lo que en Terapia Gestalt llamamos campo o espacio compartido. Hay un camino desde el MI al NOSOTROS (TU-YO)
Culpa con Conciencia
La palabra Conciencia nos viene del latín conscientia. Esta palabra está formada del prefijo con- (convergencia, reunión) y scientia (ciencia) de sciere (saber)
Conciencia se refiere al saber de sí mismo, al conocimiento que el humano tiene de su propia existencia, estados o actos. Conciencia se aplica a lo ético, estar consciente del bien y del mal de nuestras acciones.
La culpa nos hace más humanos
Cómo trascender (“ir más allá”) de la culpa
La culpa no es el fin del camino, eso me dejaría solo y encerrado en mí mismo. La Culpa me permite acercarme al otro desde la igualdad.
En Terapia Gestalt, trabajamos:
- Recogiendo esa culpa, reconociéndola y “abrazándola” como propia
- Dándole un sentido, un significado, entendiéndola: ¿De dónde viene?, ¿qué me está diciendo la culpa?
- Otorgándole una trascendencia (“ir más allá”), un para qué : ¿Hacia dónde me puede ayudar a crecer?, ¿re-conocimiento del daño u ofensa?, ¿posible reparación (reequilibrar la situación antes del daño)?,…
Si me permito atravesar-transitar la experiencia de culpa puedo aprender, avanzar y desarrollarme, en lugar de deshacerme de ella porque me hace sufrir o me es incómoda.
Si desapareciese de nosotros todo sentimiento de culpa fácilmente nos convertiríamos en personas incapaces de relacionarnos auténticamente con el otro, de verlo, de empatizar con él; y solo preocupados y sensibles a nuestros propios deseos y necesidades.
Si no existe la culpa, hay un descompromiso con los iguales
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