Una breve historia
“Estaba el mulá Nasrudín en la plaza del pueblo, tendido en el suelo buscando algo, cuando se le acercó un vecino y le preguntó:
– “Mulá, ¿qué buscas?”
Y él le respondió:
– “Perdí mi llave.”
– “¡Oh, Mulá, qué terrible!… Te ayudaré a encontrarla.”
Se arrodilló y luego preguntó:
– “¿Dónde la perdiste?”
– “En mi casa.”
– “Entonces, ¿por qué la buscas aquí afuera?”
– “Porque aquí hay más luz.”
(Anónimo sufí)
Las preguntas que podemos hacernos son, ¿dónde buscamos la llave? ¿La buscamos en la plaza porque hay más luz o la buscamos en nuestra casa?
La cultura del éxito
Vivimos en una cultura donde el éxito pareciera que es lo más importante de obtener. Nos va la vida en ello. Cada vez hay más literatura que anima a conseguir el éxito, cada vez somos más inundados por mensajes que casi nos empujan a “tener que” ser exitosos.
No hay ningún problema por otra parte en querer para nosotros el éxito, es un deseo muy legítimo aspirar a crecer profesionalmente y tener una vida social rica. Pero la cosa se tuerce cuando erramos el tiro y confundimos el éxito con la felicidad. En ese lío estamos como Nasrudín, buscando las llaves en la plaza (fuera) y no en casa (dentro). Pretender buscar la felicidad en el éxito es una carrera donde nunca hay fin. Si no lo alcanzo sufro. Si lo alcanzo, tarde o temprano sentiré insatisfacción, porque la meta y el aplauso no duran para siempre.
Después del regusto inicial de haber llegado a la cima y escuchar el clamor del público vuelve a haber un vacío. Y si no hay conciencia ese vacío va a quererse llenar de nuevo en la búsqueda del nuevo éxito que me proponga. Y así hasta la extenuación.
¿Pero entonces donde está la felicidad?
No me atrevería a ofrecer a nadie la receta de la completa felicidad porque no tengo todos los ingredientes. Pero sí cada vez siento más claro donde no está. No siento que esté fuera de nosotros. También yo me veo contaminado por la cultura del éxito, a veces creo que la llave va a estar en la plaza. Eso me genera sufrimiento y le pongo conciencia para poder salir de ahí.
Creo que la única pista de la que nos podemos guiar para encontrar la felicidad está en nosotros mismos, buscar dentro la llave. Me parece que los instantes de felicidad están más conectados con el momento presente, una sensación interior de paz que no depende tanto que lo que suceda ahí fuera. En oposición, pienso que el éxito está orientado al futuro y fuera de uno. Buscar felicidad en el éxito trae ansiedad, estrés, y quizás lo más doloroso; incrementa la desconexión interna que ya traemos de serie.
Pensando en como escribir este artículo me venía a la mente una canción de los primeros U2 que escuchaba de adolescente. Se llama “Rejoice” (Alegrarse). En una parte de la canción decía esto:
“¿Y qué voy a hacer?
Sólo dime qué se supone que debo decir
No puedo cambiar el mundo
Pero puedo cambiar el mundo en mí”
Cambiar el mundo en mí (dándome cuenta de quién soy, qué me pasa, atravesar mis dificultades, etc.) no me garantiza de por sí la felicidad pero desde luego me pone en el camino correcto, el camino que nos lleva hacia dentro. Es mover la luz de la plaza y llevarla de regreso a casa.
Y por último quiero compartir este vídeo de Cherif Chalakani, un buen maestro que tuve el placer de conocer este verano. Nos da su versión de la felicidad.
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