¿Qué ocurre cuando alguien está presente físicamente y ausente psicológicamente?
En el artículo anterior comentaba lo que significa la pérdida ambigua en los casos en que las personas están físicamente ausentes y psicológicamente presentes.
En este artículo me detendré a comentar otra manera de pérdida ambigua: cuando la persona está físicamente presente y psicológicamente ausente.
Los casos más claros de estas pérdidas ambiguas los sufren las personas – fundamentalmente mujeres[1]– que cuidan a enfermxs de Alzheimer, toxicómanos y enfermos psíquicos crónicos.
En el caso de la enfermedad del Alzheimer[2], aunque la persona está presente físicamente, lo que era o había sido va desapareciendo. La pérdida se va haciendo progresivamente, y la atención y cuidados -que cada vez son más agotadores- se dedican a alguien que cada vez está más ausente. Está pero no está; eso genera mucho estrés para las cuidadoras.
Perder a alguien sin haberlo perdido físicamente produce sentimientos encontrados que muchas veces generan confusión y malestar y, a la larga, consecuencias de diferente índole, irritabilidad, trastornos en el sueño, depresión…
Porque, ¿quién cuida a la cuidadora?
Pregunta que hay que hacerse cuando nos encontramos en terapia a mujeres en esta situación. También es una tarea en la terapia dar espacio y nombrar los sentimientos encontrados y muchas veces rechazados por no ser “políticamente correctos” que siente la persona en esta situación, aceptarlos sin juzgarlos es otra de las tareas de la terapia.
Otro ejemplo de pérdida ambigua: la adicción al trabajo
Un caso también usual, y, sin embargo, menos visibilizado es el que resulta de la adicción al trabajo. Hay personas -en este caso mayoritariamente hombres- a las que su trabajo les absorbe tanto que, aunque están en casa, su mente está en otro lugar, en asuntos relacionados con su trabajo.
Creo que esta situación está muchas veces agazapada detrás del llamado “síndrome del nido vacío”, que afecta fundamentalmente a mujeres. Se dice que la causa de este “síndrome” es la pérdida de los hijxs -que también-, y no se tiene en cuenta que a veces se trata de la pérdida ambigua de la pareja, en algún sentido o en muchos, y que es en ese periodo de autonomía de lxs hijxs cuando esas mujeres toman conciencia.
Esto puede ocurrir en aquellas parejas heterosexuales, donde el reparto de roles familiares se ha basado en que la mujer (trabaje fuera de casa o no) se encargue de los hijxs, y el hombre se ocupe fundamentalmente de su trabajo fuera de casa. Cuando los hijxs se van de casa, o muchas veces antes, cuando los hijxs se van haciendo mayores y tienen cada vez más autonomía, se encuentran dos personas (los progenitores) que están juntas físicamente y una de ellas ausente psicológicamente.
En este caso, la pérdida ambigua no es la de lxs hijxs que están emancipándose o se han emancipado: esto también podría ser una pérdida ambigua, pero no me voy a detener en ella en este artículo. El problema es que esto se agrava porque, además de esa pérdida de ocupación y de la compañía de lxs hijxs, simultáneamente se produce la toma de conciencia de la pérdida en muchos aspectos de la relación de pareja.
La terapia consistirá, en esta última situación, en tomar conciencia de la pérdida, ver en qué aspectos se manifiesta y en elegir si volver a construir la relación de pareja desde otro lugar, o soltarla para poder empezar el proceso de duelo, esta vez por algo que sí se ha perdido definitivamente.
[1]Y esto es debido a la falta de equidad entre hombres y mujeres en lo que se refiere a las tareas de cuidado de ancianos y enfermos.
[2] En esta enlace podréis ver un trailer de la película “Siempre Alice” que trata sobre la enfermedad del Alzheimer:
- Violencia de Género: Funcionamientos de maltrato - 29/08/2016
- Pérdida ambigua. Segunda parte: Alzheimer y otros casos - 04/07/2016
- La pérdida ambigua. Primera parte: Migración - 04/05/2016