La timidez suele valorarse como algo negativo. En un grado elevado, la vivimos casi como una enfermedad. Pero la timidez es parte habitual y normal de las emociones que experimentamos.
Soy tímida o ¿estoy tímida?
Podemos definir la timidez como sensación de inseguridad en uno mismo que una persona siente ante situaciones sociales nuevas y que impide o dificulta relacionarse con los demás.
‘Sensación de inseguridad’ une dos ideas. Por una parte quiere decir que es una “sensación”, no tiene que ser real (pero puede serlo también). Y por otra la “inseguridad” que nos produce lo desconocido, algo nuevo, misterioso.
Otra definición de la palabra “timidez” hace referencia a “la debilidad o poca claridad en la manifestación de un fenómeno”, por ejemplo ‘en las nieblas se mostraban con timidez los perfiles de las casas en la lejanía’. De la misma forma las nieblas de mi timidez ocultan el perfil de mi Yo, de mi personalidad. Porque no me muestro, me escondo, paso a segundo plano para no exponerme = dejan de verse mis contornos con claridad /nítidamente.
A la medida de cada cual
Todos hemos sentido timidez en algún momento. Puede presentarse en varias circunstancias y con experiencia distinta para cada persona. Además, dependiendo de nuestro momento vital, también puede ser muy diferente. Desde un leve sonrojamiento en los pómulos si me mira el hombre que me gusta, hasta calor por todo el cuerpo si tengo que dar una conferencia.
¿Quién no ha sentido timidez en alguna de estas experiencias?: cuando nos escuchamos cantar (incluso en la ducha, o, peor aún, cantando en un karaoke), hablando en público, si una persona está muy cerca o invade nuestro espacio corporal, al relacionarnos en un circulo social nuevo….
También son curiosas las combinaciones de distintos tipos de timidez. Por ejemplo uno puede ser actor, bailarín y cantante, pero tener mucha timidez para hablar otros idiomas.
La timidez ¿beneficiosa o negativa?
Pues… ambas. Es decir, en una situación nueva hace que nuestro comportamiento sea más
inhibido, cosa que, dependiendo de la ocasión, puede venir bien.
Ser tímido puede darme un punto de prudencia en una circunstancia delicada. Por otra parte es cierto que una excesiva timidez nos lleva a que dejemos de hacer cosas, o las hagamos muy bloqueados por la inseguridad que nos provoca.
Miedo al fracaso
En ocasiones aparece la timidez como ‘un estado de incomodidad por la fantasía de posibles consecuencias negativas en las relaciones con otros’. Dependiendo también de las expectativas que tengamos de nosotros y de los demás en ese momento: ¿qué se espera de mí?
Si soy exigente conmigo misma, también lo seré con los otros y pensaré que ellos lo son conmigo. Eso hará ponerme tensa, sentirme observada, juzgada, volver a exigirme y seguirá retroalimentando el circuito. Sentiré amenazada mi propia valía.
Aprendamos a vivir con la timidez, no la veamos como una inoportuna invitada sino como parte de nuestro ser. Conocerla y escucharla para saber qué me está diciendo, me ayudará a vivir esta emoción desde la aceptación, e incluso, la espontaneidad de cada momento.
Os dejo un fragmento del discurso de JK Rowling (la autora de “Harry Potter”) a recién graduados de la Universidad de Harvard, donde nos habla sobre sus propios fracasos y la importancia de la imaginación:
https://www.youtube.com/watch?v=jD5BRTQNPGk
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