El príncipe azul y mamá
No es poco habitual encontrar en consulta a hombres que ante las preguntas ¿qué deseas? ¿qué necesitas? ¿quién eres? se sienten desorientados. Mucho se ha escrito sobre los estilos de crianza autoritarios e invasivos, hoy quiero dedicar unas líneas a reflexionar sobre ello.
¿Cuántas madres heridas por los hombres no han querido convertir a su pequeño en ese príncipe que toda mujer desearía conocer? “tú no serás como ese hombre que me hirió” (a veces refiriéndose a papá). Ante una madre exigente el hijo tiene dos opciones: someterse o rebelarse, pero ninguna elección que venga de aquí está conectada con su deseo interior auténtico.
¿Cómo estar conectado consigo mismo si nadie se ha conectado verdaderamente con él?
No estudiar porque los padres dicen que hay que estudiar es una forma de seguir atado a los padres. Para complacer a los papás entonces (o para no complacerlos en absoluto) muchas veces el hijo renuncia a lo que verdaderamente es o se queda desconectado y perdido.
El príncipe azul y la pareja
Lo interesante del asunto es que estos hijos cuando deciden afianzarse con una pareja se ven envueltos en la misma dinámica: ante el deseo de la compañera hay dos opciones, o someterse o rebelarse:
- Si quiero enamorarla o que me ame intentaré colmarla, satisfacerla, convertirme en el príncipe azul si es necesario. En este momento el hombre se pone seductor, complaciente, adaptable y a veces sumiso. Se embarca en una relación estable, se va a vivir a la casa de los sueños de ella, renuncia a su espacio, cede su poder, todo ello sin hacerse la pregunta ¿qué es lo que YO quiero? Precisamente este es el problema, porque llegará el momento en el que este hombre comience a sentirse exigido, invadido, sometido, con dificultades para decir no sin enfadarse en exceso y desconectado de sus necesidades y deseos.
- En este instante viene una nueva necesidad (aparentemente polar con la de ser amado): autoafirmarse. Es la fase de rebeldía, en la que aparece la distancia física y el “yo necesito mi espacio” como un intento desesperado de recuperar la autonomía perdida. El “no” a todas horas como un modo de decir “yo existo mas allá de ti”.
- Ante el desconcierto y el enfado de la pareja femenina, el hombre comienza a sentirse culpable y vuelve a querer recuperar el amor de la mujer amada, y vuelta a empezar el círculo vicioso.
El círculo vicioso
Resumiendo, si no pongo límites ante los deseos y expectativas de la mujer que tengo enfrente (límites conectados y auténticos), y doy, doy, doy hasta el infinito y sin tenerme en cuenta, llegará un momento en el que cuando conecte conmigo me asustaré o me enfadaré y entonces daré marcha atrás, pondré un NO entre mi pareja y yo, quizá demasiado excesivo. En ese momento recordando lo aprendido con mamá me sentiré un niño malo y conectaré con la culpa. Entonces volveré a querer convertirme en el “hombre ideal” en el “príncipe azul” con el que las mujeres sueñan, me volveré a perder dando y luego tendré que alejarme para recuperarme a mi mismo.
Una trampa que no termina nunca porque someterse o rebelarse es una forma de SER en reacción (y no en relación) a otra persona, pero no hay un auténtico SER que venga desde el corazón, desde la autenticidad, desde un sólido “yo soy esto, esto es lo que necesito, y esto es lo que deseo”.
Someterse o rebelarse son dos formas de perderse a uno mismo, o dos formas de no tener que tomar la responsabilidad que ser uno mismo, porque a un niño sin su madre no le queda más remedio que crecer.
¿Cómo salir del círculo vicioso?
A las mujeres muchas veces les cuesta entender por qué al principio este hombre le daba “todo” y ahora ya no. Sin duda ha de ser una muestra de que ya no la quiere como al inicio de la relación y de que ya no le interesa seducirla. El hombre en contraposición se siente frustrado porque nunca consigue dejar satisfecha a su pareja que más bien parece ser un pozo sin fondo.
Es importante entonces que la pareja haga un buen trabajo de equipo para salir de este círculo vicioso con las menores lesiones posibles, porque lo que se refleja detrás de esta dinámica es una lucha de poder que no permite que florezca el amor.
Una forma interesante es que la mujer se retire un poco, deje de ocuparlo todo, para que el hombre pueda ir encontrando su sitio poco a poco. Además ante las decisiones de la pareja el hombre ha de preguntarse a sí mismo ¿qué quiero, que necesito, quién soy?
Ante la demanda externa él es un agente activo, puede negociar, mostrarse en sus necesidades y marcar límites cuando sea necesario, de lo contrario se sentirá rápidamente exigido ante las peticiones y no le quedará más remedio que alejarse para protegerse y no perderse a si mismo.
Es importante que la pareja tenga espacios en común pero que se respeten también los espacios individuales, sin intromisiones y asentando las bases de la confianza mutua.
Os dejo de regalo un bonito y tierno ejemplo en el que un niño busca autoafirmación a través del no. Lo importante no es ir en coche o caminando, sino sentir que se tiene en cuenta su voluntad. Lo importante no es su deseo, sino el ejercicio de poder.
me encanta vuestra página y deseo recibir los artículos
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