Existen diferentes teorías científicas que tratan de explicar por qué lloramos, y aún hoy no hay consenso al respecto. El llanto es un sofisticado mecanismo en el influyen variables psicológicas, fisiológicas y sociales.
Legitimando el llanto
El llanto es una forma más de expresión de los seres humanos, como la risa. Tiene una función adaptativa como cualquier otra expresión. Atrae la atención y, de alguna manera, puede demandar apoyo. Gracias al llanto expresamos emociones y sentimientos como la tristeza, la alegría, la impotencia, la pena, etc.
A través del llanto nos mostramos vulnerables, pero la vulnerabilidad no es fragilidad; todos tenemos una parte vulnerable pero no necesariamente nos convierte en frágiles.
Cuando le decimos a alguien “No llores”, ¿a quién satisface esa idea, a la persona que está llorando o a la persona que le está viendo y no puede sostenerlo? Decirle a alguien que no llore tiene más que ver con uno mismo que con el otro, que espontáneamente expresa su emoción.
Por ejemplo, cuando una criatura se cae y llora, muchas veces se suele decir “anda, levántate, no llores, que no ha sido nada”, o cuando llora por frustración “no llores, no te enfades, haz el favor”. ¿Y eso? ¿Por qué no va a poder expresar el dolor o la frustración a través del llanto? ¿Por qué de alguna manera se juzga como si llorar fuera malo? ¿Malo para quién?
¿Llorar es malo?
Llorar nos desahoga, nos calma. Todos en algún momento hemos experimentado cómo a veces es necesario soltar unas cuantas lágrimas para luego volver a recomponerse. Que lloremos no quiere decir que vayamos a quedarnos ahí llorando toda la vida, son unos minutos, un rato, un instante de vaciar el vaso que está desbordado.
Cuando decimos a alguien “no llores” mostramos nuestra dificultad para sostener esa expresión, porque seguramente nos demos poco permiso a nosotros mismos para mostrarnos así. Por lo que verlo en los otros nos hace conectarnos con emociones que no queremos expresar.
Al ver al otro llorando nos duele, nos remueve. Y con el fin de evitar removernos expresamos cosas como “vale ya”, “no puedes ponerte así” ,“para de llorar”, “ya estás otra vez”, “eres un/a llorica”, “los hombres no lloran” y ese tipo de expresiones que hacen que nos distanciemos emocionalmente del otro.
Favoreciendo la expresión del llanto
¿Y si lo permitimos? ¿Y si damos tiempo y espacio? ¿Y si nos desprendiéramos de la creencia de que “hay que decir algo cuando vemos a alguien llorando”? ¿Y si en esos momentos no decimos nada y simplemente estamos presentes (con la mirada) y se lo hacemos saber al otro (”estoy aquí”)?
“Claro, estás triste, tú llora y desahógate que yo estoy aquí”
¿Y si nos paramos y nos preguntamos qué solemos necesitar nosotros en esos momentos? ¿Y si se lo preguntamos al otro? No hay mucho más que hacer. Eso tiene más que ver con acompañar emocionalmente al otro que el solucionar impulsivamente, aconsejar o no permitir la expresión del llanto.
Es importante favorecer la expresión del llanto desde pequeños, sin juzgarlo, pero para ello es necesario que nosotros como adultos podamos darnos espacio y tiempo para expresarlo. En la medida que le demos un espacio en nuestra vida vamos a permitírselo al otro. Yo creo que va más por ahí eso de “sostener”.