Relación confluente, codependiente o media naranja
Ambos miembros de la pareja comparten la mayor parte del tiempo, si no todo el tiempo disponible juntos, existen expectativas de tener siempre los mismos deseos y necesidades y de poder colmarse el uno al otro sin que haya que buscar contacto, novedad, estímulo o alimento emocional fuera de la pareja.
Aunque es considerado por muchos el tipo ideal de relación, en este modelo priman las inseguridades y los miedos, los individuos se quedan fusionados sin tener espacio para incluir las individualidades y diferencias como aspectos enriquecedores dentro de la pareja, y se ponen en marcha patrones tóxicos de interacción. Existe un gran “nosotros” en el que el “tú” y el “yo” se amalgaman de manera inseparable.
Uno de los síntomas principales es la presencia de celos excesivos que buscan perpetuar la confluencia protegiendo a la pareja de cualquier posible amenaza exterior. En la polaridad contacto – retirada, se quedan fijados en el contacto y se niegan las necesidades exploratorias. Estas relaciones suelen ser dañinas y con muchos altibajos donde se alternan las fuertes discusiones con la necesidad que sienten los miembros de la pareja entre sí, lo cual les lleva a la reconciliación.
Es habitual que uno de ellos presente un sistema de apego ambivalente mientras el otro se comporta de manera elusiva o rechazante, o que ambos se vinculen de manera ambivalente comportándose uno de ellos de manera más segura, fuerte o dominante (al menos en apariencia).
Las heridas y los mecanismos de defensa de ambos amantes se complementan y encajan como las piezas de un puzle, haciendo que se enzarcen en ciclos de retroalimentación negativa en los que existe muchísima angustia y sufrimiento. Es el paradigma de la media naranja (tú y yo no estamos completos y nos necesitamos para ser felices) en el que es habitual encontrar mucho miedo al abandono y al rechazo.
Relación desligada, libre o no – compromiso
En la polaridad contacto – retirada, esta pareja se queda fijada en la retirada y en las necesidades exploratorias y de afirmación de la individualidad. Si en el anterior modelo primaban los miedos al abandono y al rechazo, en éste existe fundamentalmente el miedo a la intimidad y a la cotidianeidad. En este modelo ambos miembros suelen tener un patrón de vinculación rechazante o elusivo.
Si decíamos que en dependencia emocional la pareja se queda pegada, aquí resulta desligada. No es raro que muchas parejas que mantienen relaciones a distancia de manera sostenida o sistemática construyan este tipo de vínculo, ya que por sus miedos se niegan a sí mismos la posibilidad de entablar relaciones más íntimas. En este modelo existiría un “tu” y un “yo” por encima de un “nosotros”.
Pareja Cómplice
En este modelo se produce una danza que fluctúa de manera rítmica entre el contacto y la retirada, según las necesidades de exploración y vinculación de ambos integrantes de la pareja. En la relación no solamente se negocia cuál es este ritmo, sino cuales son las cosas que se comparten y las que no, así como dónde están los límites que protegen la pareja del exterior.
Aquí no se ponen en peligro las necesidades de exploración ni las de vinculación, sino que ambas se sostienen entre sí.
El vínculo no amenaza la individualidad, la libertad y la exploración, al mismo tiempo que éstas no amenazan el vínculo.
Existen tres componentes: “tú”, “yo” y el “nosotros” que ambos construimos. Así como en el modelo codependiente las interacciones se llevan a cabo principalmente desde la herida o desde los mecanismos de defensa, aquí ocurren desde la vulnerabilidad de cada uno. El apego seguro es el patrón fundamental de vinculación que se manifiesta en esta pareja.
Si bien el encuentro inicial durante la fase de cortejo simplemente sucede y la atracción surge entre dos personas con naturalidad, la pareja sana no ocurre, se construye con consciencia y diálogo.
¿Y tú qué modelos de relacion de pareja conoces o has vivido en carne propia?
[contacta]Modelos de relacion de pareja: La pareja sana[/contacta]