La Navidad está a la vuelta de la esquina, y las tradiciones, costumbres, convencionalismos que las acompaña también. Atravesar la Navidad en terapia puede resultar inquietante.
Es muy frecuente que cuando estamos transitando un proceso de terapéutico nos surjan un sinfín de cuestiones y sentimientos en torno a estas fechas:
¿Cómo voy a sentirme con mi familia? ¿Estaré tranquil@/ tens@/ con miedo cuando nos reunamos? ¿Surgirá algún conflicto? ¿Con quién voy a pasar los días señalados? ¿Cómo reaccionará mi familia cuando me vea
Navidad en terapia
La terapia implica revisar aspectos de nuestro carácter y nuestra biografía. Es inevitable tratar cuestiones familiares dentro del proceso, ya que nos construimos en relación y ahí los miembros de nuestra familia y las relaciones con ellos juegan un papel crucial.
La Navidad parece ser un momento repleto de eventos y compromisos familiares en los que, en algunos casos, se suele compartir más tiempo del habitual con la familia. Si estamos realizando un proceso de terapia en el que estamos poniendo de alguna manera “patas arriba” estas cuestiones, es muy normal tener dudas e inseguridades cuando se están aproximando estas fechas.
Hay que tener en cuenta que uno está en un proceso de cambio, pero la familia no.
Contactar con la realidad
Estas fechas cuando tenemos familia, nos conectan con los asuntos pendientes, con conflictos y situaciones no resueltas con parientes con los que no tenemos una buena relación. También con la ausencia de las personas que no están (o bien porque fallecieron o por otro tipo de cuestiones como divorcios u otros conflictos). Todo esto remueve mucho, y en ocasiones es complicado de sostener.
Cuando por circunstancias no tenemos familia (porque vivimos en continentes diferentes, por fallecimiento u otros asuntos) nos conecta con ese vacío que también es complicado de sobrellevar, y más con la presión social a nivel familiar que estas fechas transmiten.
Además, creemos ver al resto de familias felices, y en realidad hay que conocer lo que les sucede a cada una. Todos tendemos a idealizar a los otros en alguna medida.
¿Sólo “feliz Navidad”?
Es como si desde el entorno los mensajes fueran “sé feliz, estate contento, es navidad” y no tuviera cabida otro tipo de emociones como la tristeza, el enfado y demás. Y es paradójico, pero cuanto más nos esforzamos por ser felices (como punto de partida), más infelices solemos ser.
La felicidad es una consecuencia de un montón de aspectos, no un punto de partida.
En estas fechas se polariza tanto la realidad, pretendiendo ver sólo los aspectos amables, intentado obviar los aspectos menos agradables, que los encuentros se pueden convertir en una bomba de relojería. Que no se quiera mirar ahí no quiere decir que no existan los asuntos sin resolver.
La Navidad como material de terapia
Tal y como mencionaba mi compañera en su artículo “¡Feliz Navidad! ¿Navidades conscientes o navidades falsamente felices?”, no existen recetas para atravesar estas fechas de cómo comportarse o actuar. Parece que todos los consejos en estas fechas se orientan a tener “unas fiestas en paz”.
Más allá de la paz, escúchate, no hay nada en concreto que hacer mas que escucharte y observarlo, seguro que cuando vuelvas de las vacaciones de navidad traer estas observaciones a la terapia va a ser una fuente de información muy rica para tu proceso.
Cómo te has sentido, qué has decidido hacer con eso, cómo lo has expresado, son contenidos muy interesantes a revisar que en estas fechas tan señaladas te van a permitir explorar.
¡Concienciarte te desea unas navidades conscientes!