Se acerca la Navidad y con ella un bombardeo ininterrumpido a través de los medios de una idea irreal de lo que realmente implican. Nos venden unas fiestas llenas de felicidad, abundancia y amor, sin ahondar realmente en todo lo que nos traen más allá del consumismo y el ideal de alegría.
Mesas repletas de comida, regalos que inundan salones, familias al completo disfrutando y sonriendo sin conflictos, hogares adornados de arriba a abajo, pequeños y mayores vestidos de gala. Nada más lejos de la realidad actual.
Todas estas imágenes pueden llevarnos a compararnos y la comparación con un ideal tan alto nos termina frustrando, ya que nunca será como nos venden.
Cada familia es diferente y vive estas fiestas de manera única y personal, no se trata de que sean perfectas.
Conflictos recurrentes en esta época
La navidad es una época que nos enfrenta de lleno con los conflictos familiares: La ausencia de seres queridos, el encuentro con miembros con los que no nos llevamos bien, rivalidades entre hermanos, heridas con los padres o divisiones en la familia serían algunos de ellos.
Cada familia tiene sus propias costumbres y dinámicas, y estas no siempre coinciden con las del resto de los miembros. Por ejemplo, pueden surgir diferencias a causa de discrepancias económicas y, aumentar así, los conflictos entre algunos miembros.
Estados de ánimo frecuentes en Navidad
En estas fechas emanan multitud de sentimientos a consecuencia de los conflictos que surgen. Al contrario del cliché de alegría que los medios nos transmiten, es muy habitual sentir tristeza.
Pensar en aquellas personas que faltan o recordar acontecimientos dolorosos de la familia pueden llevarnos sentirnos tristes o angustiosos. También podemos sentir impotencia y desilusión por no poder cubrir las expectativas de los pequeños por falta de recursos económicos.
No hay recetas para que la navidad sea más dulce
Nadie mejor que tú y tu familia conoce que hay dentro de ella. No permitas que los medios externos os digan cómo vivir vuestra Navidad. Lo auténtico es vivir el momento y no querer fingir una “dulce Navidad”. Experimenta lo que hay sin tratar de resolverlo en una noche. Mira lo que os une y lo que os separa. Lo que te gusta y lo que no. Lo que tenéis y lo que falta. Sólo obsérvalo y ten presente que, a pesar de todo, perteneces a esta familia y es la que hay. Pelearte para conseguir que sea otra que no es, es una batalla perdida.
La Navidad nos pone en frente asuntos que también nos tocan el resto del año, pero que a veces dejamos en segundo plano o creemos tener resueltos. Si observas que te encuentras anclado en una situación y que no has cerrado algunas heridas, quizá sería positivo buscar apoyos para atraversarlo.
¡Desde Concienciarte te deseamos unas Navidades concientes!
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