Pese a que a veces uno lo desee cuando se topa con dificultades, la psicoterapia no es un lugar donde uno pueda usar ecuaciones magistrales que siempre darán resultado. Existe una obsesión por cuantificar y querer hacer más cientifista un oficio que en realidad tiene mucho más de cualitativo, subjetivo y humano que de frío y cuantitativo. Y en este trabajo con la subjetividad humana, el cambio se da, en parte, gracias a las paradojas que se dan en la conducta humana y a poder tomar conciencia de ellas.
¿Qué es una paradoja?
En el diccionario de la RAE una paradoja es un hecho o expresión aparentemente contrarios a la lógica y también un empleo de expresiones o frases que encierran una aparente contradicción entre sí.
En realidad, las paradojas que se dan en el proceso psicoterapéutico no son diferentes a las que se dan en lo cotidiano. En terapia tenemos la oportunidad de verlas con más claridad, ya que es en definitiva un laboratorio para la vida.
A continuación reflejaré las paradojas más significativas que he podido ir registrando.
Cuanto más persigo algo, más me alejo
Intentar provocar una erección o un orgasmo mediante el empeño de la voluntad hace precisamente que sea imposible lo que se intenta. Paul Watzlawick
Cuando perseguimos un objetivo que está empañado por nuestros puntos ciegos, más nos alejamos. Ejemplos:
- Si yo necesito que me quieran para sentirme bien, entonces puedo ponerme falso. Si el otro capta mi falsedad, puede sentirse más alejado de mi.
- Si me empeño en retener a una persona porque tengo miedo de que se vaya, es muy posible que esa persona no se sienta libre y acabe marchándose.
- Si me noto tenso y me exijo estar espontáneo, más tensión me voy a generar.
- Si en el trabajo quiero que me valoren de forma desmedida, entonces puedo actuar desde la ansiedad. Lo que puede hacer que disminuya mi rendimiento y por tanto sea peor valorado.
Lo que más evito, aparece con más fuerza
Esta sería la contrapartida del anterior punto. Si hay asuntos internos a donde no quiero mirar por difíciles, o conflictos que no quiero afrontar por miedo, estos no sólo no se irán, sino que aparecerán de nuevo con más fuerza. Es el llamado fenómeno de la evitación experiencial. Ejemplos:
- Si por no querer sufrir o sentir dolor, me anestesio con drogas o alcohol, ese sufrimiento se ampliará, haciendo cada vez más difícil gestionarlo.
- Si ante una situación de conflicto en el trabajo no pongo límites, la complacencia que muestre será caldo de cultivo perfecto para que permanezca el conflicto.
- Si evito tener pensamientos “negativos” porque los evalúo como algo que está mal, mayores serán estos.
- Si no quiero sentir miedo evitando hacer cosas que me asustan, con más miedo me sentiré en la vida.
Cuanta más paciencia me doy, más rápido avanzo
Ya hablamos de este tema en este artículo. Es comprensible que si uno sufre, quiera salir de ese sufrimiento cuanto antes y desde ahí le cueste tener paciencia. En asuntos como la ansiedad, esta paradoja se manifiesta muy claramente. El propio síntoma de la ansiedad habla por la persona, forzando a que ésta desaparezca lo antes posible…consiguiendo que aumente.
Es en la posibilidad de darnos espacio, calma y lentitud cuando las aguas del lago pueden aquietarse y ver con mucha más facilidad qué hay en su fondo. Sólo desde la paciencia y un verdadero y amoroso dejarse en paz es como puedo avanzar más rápido en mi proceso terapéutico.
Cuanto más me acepto como soy, más puedo cambiar
Conocernos es entendernos.
Entendernos es comprendernos.
Comprendernos es dejar de juzgarnos.
Dejar de juzgarnos es aceptarnos.
Aceptarnos es amarnos.
Entiendo humanamente que lo que trae a alguien a terapia es un deseo de modificarse. Pero ese deseo (que tiene un lado sano, y que es lo que trae a la persona), de manera desajustada y desproporcionada, es parte del problema y no de la solución. Pues el deseo de cambiar muchas veces trae implícito un rechazo de sí, un anhelo de ser alguien diferente del que uno es.
Es esta para mi, de todas las paradojas, la nuclear. Y la base para que el proceso terapéutico funcione. Una verdadera autoaceptación de sí es el núcleo y causa fundamental de cambio, que no es más (ni menos) que la capacidad de recuperar la capacidad de amarse y amar. Sólo si uno tiene la valentía de conocerse y abrazar sus oscuridades es cuando puede apropiarse de una capacidad sana para ir modificando aquello que ya no sirve.
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