Reconozco que el título quizás es exagerado. No es que los hombres no vayamos a terapia. Los hay que hemos ido y seguimos yendo porque entendemos que es un lugar en donde necesitamos mirar adentro y contactar con nuestras emociones. Pero sí es cierto que en proporción, los hombres acuden mucho menos que las mujeres. Entonces, en líneas generales, ¿por qué los hombres no van a terapia?
¿Qué es ser un hombre?
Aunque desde la pandemia, la asistencia de los hombres a terapia va en aumento , todavía la proporción es sensiblemente menor. En el gráfico que mostramos abajo (extraído de la base de datos de Concienciarte) podemos ver que las diferencias respecto a quién solicita terapia son aún muy grandes. Hemos visto además que los hombres heterosexuales son los que tienen aún mayor dificultad en solicitar terapia. Y esto seguramente va muy ligado a la errónea y distorsionada idea de lo que significa ser un hombre.
Probablemente, uno de los motivos del porqué los hombres no van a terapia tiene que ver con la idea que culturalmente hemos aprendido de lo que es ser un hombre. “Los hombres no lloran”, “no seas como una nena”, “no me seas flojo”, “tienes que ser fuerte”…son mensajes que en mayor o menor medida todos los hombres hemos escuchado. Y estos mensajes vienen sustentados por una cultura predominantemente patriarcal, que lleva milenios instalada en nuestras vidas. Se nos ha educado en la autosuficiencia, en el hacer y resolver más que en el sentir.
Y no es que en realidad los hombres seamos menos vulnerables que las mujeres: la vulnerabilidad va en el pack de ser humano. Se trataría más bien que los hombres tenemos penalizado expresar, e incluso sentir, nuestra vulnerabilidad. Hemos sido educados para (salvo la ira) controlar el resto de emociones. Hemos aprendido que lo mejor es anestesiarnos en lugar de expresar y pedir ayuda.
Los hombres, culturalmente, ante una situación de dificultad optamos por no buscar apoyo emocional. Siendo educados en la acción y en la autosuficiencia, expresar nuestras emociones puede ser tabú.
Ocultando nuestra vulnerabilidad somos más vulnerables
Paradójicamente, no mostrar y expresar nuestro dolor no nos hace más fuertes, sino más expuestos. Hemos confundido la fuerza con dureza y la vulnerabilidad con debilidad. Podemos vivir el pedir ayuda y acudir a terapia como sinónimo de fracaso. Nos han contado que ser hombre implica ser 100 % masculino, no pudiendo aceptar cualidades femeninas en nosotros.
La manera de afrontar los problemas tradicionalmente en los hombres ha ido encaminada hacia la acción, la búsqueda de intensidad o la anestesia de la emoción. Pero anestesiar o tapar las emociones a través de otras actividades es contraproducente siempre, y mucho más en función de cómo lo hagamos. Es bien sabido que una de las estrategias típicas en hombres para gestionar el dolor es el uso de alcohol y estupefacientes, mientras que las mujeres históricamente han tendido a la búsqueda de apoyo emocional.
La inadecuada gestión de las emociones en los hombres es tan dañina que puede que esto también se esté reflejando en las estadísticas de suicidio, ya que la tasa en hombres es sensiblemente mayor, como indica este artículo. Es probable que el hecho de que haya unas diferencias tan grandes tenga mucho que ver con esta idea tan tóxica de la masculinidad. Según la psiquiatra Anne Maria Möller-Leimkühler, :
“Las normas de la masculinidad funcionan a través de expectativas sociales y del autoconcepto— la opinión que una persona tiene sobre sí misma, que lleva asociado un juicio de valor. Y estas normas dictan que los hombres siempre tienen que ser fuertes, racionales, dominantes, autónomos, independientes, activos, competitivos, poderosos, invulnerables, positivos. Estos estándares masculinos no son realistas (…), por lo que los hombres tienden a lidiar con los conflictos emocionales externalizándolos con hiperactividad en el trabajo, haciendo deporte, viendo la televisión o usando internet, consumiendo alcohol de forma adictiva, o conduciendo de manera peligrosa para disminuir su ansiedad y para mantener la fachada masculina. La búsqueda de ayuda se ve como un indicador de la falta de masculinidad, así que muchos hombres se convencen de que tienen que resolver sus problemas por ellos mismos y no hablan de lo que sienten“.
En definitiva, ¿por qué los hombres no van a terapia?
No tenemos una respuesta definitiva a este asunto aunque como por aquí hemos explicado, intuimos por donde puede ir la cuestión. Sería interesante, y seguro necesario, elaborar investigaciones al respecto que nos pudieran dar más claves.
Los hombres tradicionalmente hemos sido perpetradores del patriarcado, pero también víctimas de éste. Y aunque muy lentamente, cada vez somos más los que nos animamos a compartirnos más íntimamente, sea a través de la terapia, círculos de hombres o cualquier otra actividad. Es nuestra salud mental la que está en juego.
(Para finalizar os animamos a entrar en el Instagram de Claudia Kösler , en donde podréis ver la grabación de una muy interesante entrevista con el terapeuta Manuel Cuesta del 26 de octubre donde se aborda este asunto y de donde me he inspirado para escribir este artículo).
- Septiembre, ¿el verdadero año nuevo? - 29/08/2023
- ¿Debería todo el mundo ir a terapia? - 05/08/2023
- El efecto Pigmalión - 09/06/2023