“Amor” es una palabra que se usa mucho, tal vez demasiado. Desde el origen de la cultura humana, es un concepto omnipresente y es la temática universal por excelencia. Pero antes de entrar en materia, ¿qué es el amor?, ¿qué es querer o quererse?
Definiciones y usos del amor
La RAE nos da unas cuantas definiciones de lo que es el amor. Y algunas difieren bastante de otras. Cabe pensar, por tanto, que cada persona tendrá una representación mental de lo que significa. En este artículo quiero compartir mi visión de lo que yo entiendo como amor, y sobre todo, de lo que entiendo como buen amor.
Amar al otro es una consecuencia del amor a nosotros mismos, no una sustitución. Joan Garriga
En el nombre del amor se pueden llegar a justificar muchas cosas. El amor a una identidad propia (la religión, el territorio, el equipo de fútbol…) puede significar hostilidad al que no comparta mi objeto de estima. El de las figuras parentales, que escudándose en éste, justifican el castigo y maltrato (“Esto lo hago porque te quiero”, “Más me duele a mi que a ti”…). El de pareja, cuando uno de los dos miembros puede llegar a pensar que el otro/a debe convertirse en propiedad del que se supone que ama. Estos son amores que seguramente habría que entrecomillar bastante.
Y es que, como dice el dicho popular, “hay amores que matan“. Todos estos presuntos amores están más al servicio del propio ego y auto imagen que de un verdadero interés por el otro.
¿Amor propio o narcisismo?
Son dos términos que pueden llegar a confundirse, pero no es lo mismo. ¿Quien no ha escuchado alguna vez a alguien presumir de lo mucho que se quiere? Es muy probable que la persona que asegura quererse tanto tenga alguna dificultad de tipo narcisista.
El narcisismo va más asociado a una imagen de sí grandiosa que a un contacto interno verdaderamente amoroso. Y lo que hay detrás de esa imagen grandiosa del que intenta impresionar es normalmente un concepto pobre y denigrado de sí, no siempre consciente. El narcisista es una persona que en apariencia se quiere mucho, pero que no se quiere bien. La autoestima tendría más que ver con quererse bien que mucho. Quien tiene una sana autoestima, quizás no necesita demostrar tanto al mundo lo que hace o lo que vale.
Y parece que algo similar pasa cuando el objeto al que se supone que amamos es otra persona. El querer narcisista en definitiva es un querer al otro más desde el ideal romántico de cómo imagino que es o como creo que debería ser para colmar mis expectativas.
¿Querer(se) mucho o querer(se) bien?
Amar es la confianza plena de que pase lo que pase vas a estar, no porque me debas nada, no con posesión egoísta, sino estar, en silenciosa compañía. A. Saint Exupery
No es lo mismo querer mucho que saber querer, o querer bien. Quizás pensamos que el amor siempre todo lo puede. Pero a veces no es suficiente, pues querer mucho no basta. Hace falta querer bien. Y querer bien tiene que ver con ser capaces de prestar verdadera atención al otro y sus necesidades, entendiendo que la función de la otra persona no es darme lo que a mi me falta.
Quizás antes de aprender a ver al otro y quererle como es, hace falta iniciar un proceso de verse a uno y aprender a abrazarse con sus virtudes y sobre todo con sus defectos que le hacen imperfecto pero sobre todo, humano. Este diría que es el objetivo principal de la psicoterapia: aprender a autoapoyarme y recuperar el amor interno perdido. Cuando uno va recuperando ese auto apoyo amoroso, poco a poco va aprendiendo a cuidarse y a tratarse mejor. Desde ese quererse, es como podemos ir incorporándolo hacia el exterior.
Igual la próxima vez que hablemos del amor, bien hacia el otro o hacia uno, nos podríamos hacer las siguientes preguntas:
- Te quiero mucho pero, ¿te quiero bien?
- Me quiero mucho pero, ¿me quiero bien?
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