Si la semana pasada repasábamos los factores que pueden influir en un proceso exitoso de psicoterapia, hoy quiero traer lo que en verdad creo que es lo esencial en el proceso terapéutico: la capacidad de recuperar el amor.
Como ya dije, creo que la autoaceptación en psicoterapia es tanto causa como consecuencia de un buen proceso terapeútico. Y la autoaceptación es el paso necesario para el amor.
¿Cómo hace uno para aceptarse?
Nos bombardean con mensajes por todos lados del tipo “sé tú mismo” o “quiérete”. Como si mágicamente uno con leer esas frases pudiera hacerlo instantáneamente. Lejos de ayudarnos, podemos convertir esos eslóganes publicitarios en imperativos morales y frustrarnos por todavía no haberlo conseguido.
Muchos hemos crecido con el precepto cristiano de “amar al prójimo como a uno mismo”. Pero lleva tiempo caer en la cuenta de que podemos estar saltándonos la segunda parte del mandato. El proceso de amar al otro parece así muy complicado, pues es más probable que el amor al otro nazca espontáneamente si uno se quiere de verdad.
En esta cultura que premia la vanidad y el logro, a veces podemos confundir el amor a uno mismo con manifestaciones de grandiosidad, o narcisismo. En el fondo no son otra cosa que parches externos que colocamos para tapar un profundo déficit interno de amor.
El juez interior
La dificultad de aceptarnos y por tanto amarnos está muy relacionada con nuestro juez interior. Cada uno de nosotros ha ido desarrollando una serie de mensajes, prohibiciones y castigos internos en base a los introyectos recibidos en la infancia, tanto por parte de la cultura y las normas sociales como de nuestras figuras parentales.
Claudio Naranjo afirma que:
El mandato fundamental que hemos aprendido es la obediencia de no seguir el principio del placer, pues no queremos ser animales. El pecado original se convierte en la acusación original atribuida por voluntad divina, que manda no obedecerse a sí mismo y para ello necesitamos una civilización represiva. Es así como se descuida el amor a uno mismo.
Crecer es aprendernos a querer
Pienso que todos los factores de cambio en psicoterapia confluyen en este último punto: el amor. Se dice con mucha razón que la finalidad de la terapia es facilitar el autoapoyo. Y yo creo que sin un verdadero amor hacia uno mismo no hay un autoapoyo real.
Acudir a terapia implica un trabajo de autononocimiento. Y conocernos también conlleva aceptarnos cómo somos, aunque a veces duela. En terapia trabajamos con lo que la persona es, no sobre como debería ser. De este modo ayudamos a cultivar la autoaceptación.
Para ayudar en el proceso de que el paciente se ame a sí mismo es imprescindible que el terapeuta haya hecho un trabajo profundo consigo en la misma dirección. De ese modo se encuentra más limpio y disponible para ofrecer un vínculo amoroso que al otro le sirva para su propio camino de reparación.
(Dejo aquí una preciosa canción de auto-amor de Franco Battiato)
[contacta]Recuperar el amor[/contacta]
- Septiembre, ¿el verdadero año nuevo? - 29/08/2023
- ¿Debería todo el mundo ir a terapia? - 05/08/2023
- El efecto Pigmalión - 09/06/2023