La sociedad tecnológica y de consumo en la que nos movemos va creando cada vez más necesidades que antes no estaban en nuestro repertorio; es la sociedad de la tecnología y redes sociales. Es ya difícil recordar como era nuestra vida sin teléfonos móviles y como nos apañábamos -muy bien por cierto- para seguir en contacto con los demás.
Y la realidad es que tal y como es el funcionamiento actual, si no estamos en la corriente que la sociedad tecnológica nos dicta, nos situamos al borde de la exclusión. Imagínate por un momento que no tuvieras correo electrónico, ni teléfono móvil ni servicio de mensajería instantánea. Difícil, ¿verdad?
Por ejemplo este artículo que ahora lees se difunde a través de internet y muchos de vosotros lo estaréis leyendo en vuestros dispositivos móviles. Así que lo que nos obliga a estar pendientes para no estar excluídos es a la vez un abanico de posibilidades para hacernos ver y comunicarnos con los demás.
Es más fácil mirar a una pantalla que mirar a los ojos
¿Donde está entonces el problema? Mi opinión es que lo pernicioso es usar las redes como fin en sí mismo en lugar de como medio, funcionar como si la realidad fuera aquello que vemos en una pantalla y no lo que está fuera de ella.
Con las nuevas tecnologías es más difícil vincularnos con el otro de un modo real. Muchas de las conversaciones que antes eran frente a frente, han sido sustituidas por frases escritas con emoticonos. Y aquí hay algo fundamental que se queda fuera, que es el tono emocional con el que se dicen las cosas. Esto a veces da lugar a malinterpretaciones y conflictos puesto que se transmite el qué pero se pierde el cómo. Gestionar un conflicto cuando no hay un contacto directo con el otro, donde no hay espacio para una escucha real, es realmente complicado.
El otro asunto es que, dado el enorme potencial adictivo de estas tecnologías, incluso estando en compañía de otros, nos vemos tentados a sustituir el contacto real por lo que sucede en una pantalla. Los móviles funcionan aquí como agujeros negros en donde la energía del contacto, del aquí y ahora, se diluye.
La vanidad en las redes sociales
A veces podemos vernos tentados a querer mostrar una imagen en las redes que poco tiene que ver con nuestra vida real. Vivimos en la cultura de la imagen, la cual es fomentada sobremanera por las nuevas tecnologías. Asistimos a un auge de la vanidad individual y ésta tiene que ser enseñada al público.
Pareciera casi que se hace más para mostrar lo hecho, que por el placer de hacer. Y me parece que ahí perdemos un disfrute real, dejamos de estar y disfrutar en el presente para en su lugar buscar un beneficio vanidoso.
Además esto nos falsea enormemente, nos encarcelamos teniendo que demostrar siempre que nuestra vida es maravillosa. Así nos deshumanizamos porque al dar una imagen ficticia de nosotros perdemos la oportunidad de un contacto verdadero. Es buscar afecto en terreno equivocado.
Los humanos necesitamos contacto real
Como la mayoría de los mamíferos, necesitamos del vínculo con los otros. Es con el otro que mi existencia tiene sentido. Sólo el contacto real nos nutre verdaderamente, sólo un compartir frente a frente nos sana.
En ese sentido, la terapia gestalt fomenta y potencia el contacto real, buscando una comunicación verdadera, siempre teniendo como telón de fondo el momento presente. A través de la relación terapeutica se crea una forma de comunicarse y vincularse que facilita que los vínculos fuera se puedan ir construyendo de otra manera.
Las herramientas que en un principio se han diseñado para facilitar la comunicación, paradójicamente pueden dificultarla enormemente. Somos muy vulnerables a las nuevas tecnologías y es importante que reconozcamos en cada uno el uso que le damos como sucedáneo del vínculo real. Toca hacernos cargo de nuestra propia dificultad e intentar encontrar modos más honestos, reales y nutritivos de relacionarme con los otros.
Para terminar, recomiendo que veáis este maravilloso vídeo…y acto seguido apaguéis vuestro dispositivo.
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