Respiración y Vida
Los ritmos son intrínsecos a toda forma de vida. Existen dos ritmos vitales fundamentales que se dan en nuestro cuerpo: la respiración y el latido del corazón. Ambos trabajan como aliados.
En concreto, la respirar es un proceso que nos ayuda a eliminar residuos y renovar el aire. Sabemos que si se interrumpe este proceso unos minutos, la falta de oxígeno dañaría de forma irreversible nuestro cerebro.
Por ello no sólo es primordial esa renovación de aire, sino también que el ritmo sea constante y sostenido en el tiempo para vivir.
¿Qué puede alterar entonces el ritmo de nuestra respiración?
El ritmo de entrada y salida del aire va cambiando de forma considerable conforme varían nuestras actividades y sentimientos. Esto quiere decir, que tanto nuestras actividades cotidianas como nuestras experiencias del día a día pueden alterar nuestro equilibro, ya que afectan y modifican nuestra respiración.
Para poder regular nuestro estado de ánimo y nuestro equilibrio corporal podemos hacernos servir de ejercicios de respiración. Más en concreto, practicando la meditación, donde la atención está puesta en nuestra respiración.
¿Cómo puede ayudarme la práctica de la respiración consciente?
Aunque el proceso de nuestra respiración se vea alterado en el vaivén de nuestras vivencias, podemos cultivar precisamente la atención consciente a ese proceso, para poder usarlo a nuestro favor.
Respirar puede servir de ancla constante y segura de nuestra atención. Nos ayuda a restablecer la calma en momentos de angustia y a cultivar la conciencia.
Es una vía que nos facilita la conexión con el momento presente. También, nos ayuda a profundizar en nuestras necesidades más auténticas.
Una herramienta sencilla y poderosa
La sencillez de la práctica de la meditación nos proporciona el poder de desenredar las preocupaciones y pensamientos en los que solemos quedarnos enganchados o atrapados.
Es una herramienta poderosa para sosegar la mente y las emociones, y poder transitarlas con más conciencia y autoapoyo.
Con la práctica constante, por ejemplo, de 10 minutos al día, podemos sumergirnos en un espacio interno de calma. Buscaremos la estabilidad dentro de nuestro ser, y no tanto fuera de él. Así, podremos desarrollar un equilibrio interno, mantenerlo y recurrir a él en momentos de crisis.
Te animo a probar si todavía no lo has hecho: respira atentamente unos minutos.
Con la práctica descubriremos que lo más importante, además de restablecer nuestro ritmo natural es, sobre todo, el desarrollo de la conciencia y poder vivir en el presente, instante tras instante, respiración tras respiración.
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