Todos queremos lo mejor para nuestros hijos, y en ese intento de conseguirlo muchas veces se cae en la sobreprotección.
Los padres y madres que tienden a sobreproteger a sus hijos suelen ser excesivamente responsables, perfeccionistas y creen que todo lo que les pueda pasar a sus hijos es su responsabilidad. Suelen tener tendencia a sentir culpa y miedo. Pretenden que sus hijos no lo pasen mal y evitar cualquier daño, frustración o angustia, pero a veces se paga un precio muy alto teniendo consecuencias bastante negativas para el desarrollo de los niños.
¿A qué llamamos sobreproteger?
Sobreproteger es de alguna manera engrandecer el rol de padre o madre, y tiene que ver con pretender vivir a través de los hijos, tomando decisiones por ellos, decidiendo en todo momento lo que es bueno y malo para ellos sin tenerlos en cuenta en aras de que “no saben”, “querer lo mejor” o “son inmaduros para saber lo que quieren”.
Un cosa es querer protegerles, y otra es que nuestros miedos sobre su integridad física y mental nos haga caer en una alerta constante sobreprotegiéndoles de situaciones que les corresponden experimentar y explorar a ellos.
Decidir por ellos cuestiones que les corresponden (actividades que desean hacer, cómo vestirse, etc.), no permitirles realizar actividades que estén fuera de nuestro control (excursiones, dormir en casa de amig@s, etc.), estar pendientes de todo momento de lo que hacen, estar alerta y avisarle constantemente de todos los peligros que puedan pasarle mientras el niño está haciendo algo, acompañarles a todos los sitios, resolver sus problemas, son acciones propias de la sobreprotección.
Consecuencias de la sobreprotección
Cuando sobreprotegemos a los niños no somos conscientes de que promovemos la dependencia, se interrumpe su autonomía, no damos espacio para el aprendizaje de la regulación de sus emociones (como la frustración, el enfado, etc.) ni para tomar de decisiones por sí mismos, dificultando la capacidad para asumir las consecuencias de sus actos, transmitiéndoles excesivos miedos.
Sin darnos cuenta les quitamos experiencias que les corresponden, y eso tiene importantes consecuencias para su autoestima, favoreciendo el sentimiento de inutilidad, inseguridad y falta de iniciativa. Pueden incluso mostrarse egocéntricos y tiranos.
No es lo mismo cuidar que sobreproteger
Detrás de la sobreprotección les estamos transmitiendo un mensaje de “tú no sabes”, y al poner en cuestión nuestra confianza hacia ellos también ellos ponen en cuestión su propia valía y confianza en sí mismos.
Hay que ayudar a los niños cuando lo necesiten, pero es importante esperar a que sean ellos quienes pidan la ayuda. Orientarles en qué pueden hacer si sucede algo o adelantarles las posibilidades que tienen (si te quedas a dormir a casa de alguien y no te sientes bien y quieres volver a casa nos llamas, o si en la excusión tienes algún problema habla con tus profes etc.) antes que no dejarles hacer algo, ya que de esta manera les estamos dando herramientas para afrontar situaciones que les corresponden, en lugar de meterles en una burbuja por nuestros propios miedos.
Es importante que tengan espacio para equivocarse, que decidan y se den cuenta de las consecuencias de sus actos o decisiones, que se aburran o que se frustren. Estas experiencias son muy ricas y aportan un aprendizaje muy valioso para su desarrollo y maduración.
Cuánto más me sujetas más miedo tengo de caer
[youtube w=”420″ h=”315″]https://www.youtube.com/watch?v=HWaRNYwX8jY[/youtube]
[contacta]Sanar la sobreprotección [/contacta]