¡No pienses en un elefante rosa! ¡Ni se te ocurra! De verdad, por lo que más quieras, ¡no pienses en un elefante rosa! ¡Ni lo intentes! Por favor…¡no tengas en tus pensamientos a un elefante rosa!
Si estás leyendo estas líneas, me puedo imaginar que hasta le has puesto un tutú al elefante. Rosa, por supuesto. ¿Por qué crees que nos pasa esto?
¿Cuántos pensamientos tenemos al día?
Según un reciente estudio, se calcula que una persona corriente podría tener más de 6.000 pensamientos al día. Y bastantes de ellos tienen características negativas. Esto puede ser debido a que en el pasado remoto humano, anticiparse negativamente a algo nos garantizaba la supervivencia.
Es interesante saber que trabajos recientes nos dicen que, al contrario que se nos ha hecho creer durante mucho tiempo, no somos tan dueños de nuestros pensamientos como creíamos. En cierto modo, el pensamiento es un invitado intruso que se cuela en nuestra casa sin que se lo pidamos.
El asunto de pretender eliminar ciertos pensamientos que nos generan sufrimiento o de querer sustituirlos por otros más “racionales” puede que, paradójicamente (como la metáfora del elefante rosa) nos quedemos enganchados justo en lo que buscamos evitar.
Lo que piensas no tiene entidad propia
Un pensamiento es solo un pensamiento, y al día vienen miles de ellos. Algunos muy lúcidos y otros muy locos e irracionales. Pero sufrimos mucho cuando nos fundimos con ellos, tomándolos totalmente en serio, en vez de darnos cuenta que un pensamiento es sólo un pensamiento.
Creo que esta gran importancia a los pensamientos seguramente viene desde hace mucho ya con las religiones monoteístas. La propia idea de que sólo con con tener pensamientos “impuros” uno ya está pecando, o que Dios mismo sabe lo que estamos pensando en todo momento nos haya hecho volvernos muy obsesivos y controladores.
De algún modo la Nueva Era ha heredado esa idea, pero llevándolo al asunto del “pensar en positivo” y de la tiranía de la sonrisa. La famosa “ley” de la atracción, basada en que sólo nuestro pensamiento puede cambiar la realidad (la mente sobre la materia) no sólo no tiene evidencia sino que perpetúa esta tendencia obsesiva de querer controlar los fenómenos internos.
Los pensamientos no tienen una correspondencia con la realidad. Pensar en algo no es lo mismo que hacerlo. Aunque a veces nos fusionemos con lo que pensamos, la naturaleza de los pensamientos es impermanente.
Tus pensamientos no son el problema
“Cuando reconoces que hay una voz en tu cabeza que pretende ser tú y que nunca deja de hablar, estás saliendo de la identificación inconsciente con la corriente de pensamientos. Cuando notas esa voz, te das cuenta de que tú no eres la voz —el pensador—, sino quien es consciente de ella. La libertad estriba en conocerte a ti mismo como la conciencia que está detrás de la voz.” Eckhart Tolle
Ya nos habremos dado cuenta que cuando estamos preocupados con algo, que alguien nos diga expresiones del tipo: “¡no le des más vueltas!” ó “hay que pensar en positivo”, no solo no nos sirven, sino que seguramente se nos quede un sentimiento de culpa por pensar algo en lo que no “debería” estar pensando. Esos mensajes, bienintencionados, nos lo digan otros o nosotros mismos, en realidad no nos sirven de mucho.
El concepto de evitación experiencial de la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) consiste en la tendencia a rechazar y evitar eventos internos desagradables, y lo considera como uno de los factores de psicopatología. Por ejemplo, considera el Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) como ejemplo de evitación experiencial, ya que en este caso se asociaría erróneamente lo que uno piensa a quien uno es, no pudiendo separar los pensamientos del “yo”.
Entonces, ¿Cómo trabajo mis pensamientos?
Si bien la psicología cognitivo- conductual clásica ha usado técnicas como la restructuración cognitiva (sustituir unos pensamientos por otros) o la parada del pensamiento, personalmente me decanto por trabajarlo desde otro lugar, muy inspirado por la ACT. No sería tratando de eliminarlos o sustituirlos sino de aprender a relacionarme con ellos desde otra perspectiva.
Mediante la revisión de nuestro proceso biográfico en terapia podemos entender el porqué de ciertas tendencias en nuestro pensamiento a través de la revisión de las ideas locas o distorsiones cognitivas. Es más entender qué hacen ahí esas distorsiones de pensamiento en lugar de eliminarlas. ¿Cómo se gestaron en mí? ¿De quién o de quienes las aprendí? Si así puedo ver que no vinieron de la nada sino que fue a través de un proceso aprendido puedo empezar a desidentificarme de ellas.
Para estar menos enganchados en la mente no sólo podemos aprender a estar más en el cuerpo y los sentidos, sino entender que los pensamientos son fenómenos temporales que no son la realidad. Sería como adquirir la perspectiva de un observador externo que simplemente toma nota de forma neutral de nuestro contenido mental y deja de fusionarse con lo que piensa. En este sentido, la meditación puede aportar mucho.
Además de todo esto, el proceso psicoterapéutico añade un extra, no sólo a la hora de aprender como gestionar mis pensamientos, sino que cuando éstos salen por el canal verbal y son escuchados sin juicio y con calidez por parte del terapeuta, ayuda a irlos tomando desde otra perspectiva.
¿Tienes problemas a la hora de gestionar pensamientos que te generan sufrimiento? En Concienciarte podemos ayudarte.
(Dejo aquí un vídeo muy interesante sobre el tema que espero que os guste).
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