Una vida sexual saludable incluye una actitud de libertad y respeto. Aunque parece que actualmente vivimos un momento de apertura en este ámbito, la realidad es que todavía está latente la censura interna.
¿Qué es lo que me gusta?
Esta cuestión es el primer paso para poder pedir. Uno ha de saber qué desea para poder expresarlo. Bien porque tenga curiosidad y deseo de explorar cosas nuevas, o porque hay algo que conoce y ya ha experimentado. Parece algo básico, pero sorprendentemente hay muchas personas que al entrar en una inercia o rutina se desconectan de lo que les apetece y su vida sexual se convierte en algo mecánico. En este sentido es fundamental estar conectado con el deseo propio para poder pedir.
¿Qué me impide demandar lo que deseo?
Hay cientos de motivos, tantos como diferentes somos unos de otros. Los factores más frecuentes tienen que ver con el miedo y los prejuicios. Por ejemplo, el miedo puede aparecer ya que pedir algo tan íntimo te deja al descubierto y puede asustarte la exposición; también puede surgir susto a que el otro rechace lo que a tí te gusta.
Date el derecho y el espacio
Pedir implica responsabilizarse del propio deseo y mostrarse de manera transparente frente al otro. Ten en cuenta, que del mismo modo que tú, la otra persona no es adivina y no tiene por qué saber qué deseas por mucho tiempo que llevéis juntos. Cada día estamos de una manera y eso también influye en los deseos que se van modificando momento a momento: no siempre nos apetecen las mismas cosas.
¿Qué me puede ayudar a atravesar el miedo a proponer?
Tómate un momento de introspección y trata de descubrir qué es aquello que en tu caso te inhibe. Si tu dificultad tiene que ver con que tu pareja rechace tu propuesta, vivir la frustración, etc. Observa cuál es tu caso.
La escucha y negociación
Si finalmente sentiste que ya puedes proponer lo que te apetece, no olvides que pedir no es exigir. Hay que saber encajar que un rechazo a una propuesta no significa que el otro te esté rechazando directamente, es importante diferenciar y no identificarse con lo que uno pide.
Por otro lado, acceder a una demanda no consiste en pasar por el aro sólo para que el otro no se sienta rechazado o se moleste. Si hay algo que no quieres, también es saludable que puedas poner el límite y darte el permiso de declinar una proposición.
La falta de libertad denota una complicidad frágil
Insisto en que libertad y respeto son fundamentales en el vínculo sexual y de pareja. Darse el espacio ayuda a fortalecerlo y desarrollarlo. Además, no hay que olvidar que el sexo no es únicamente para ti o para el otro, sino que es un intercambio que consiste en estar conectado con el propio placer y al mismo tiempo con el de tu pareja.
“El acto sexual es un saludo que intercambian dos almas”
Macedonio Fernández
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