La ternura es un sentimiento que tiene que ver con el afecto, el cariño y la amabilidad. Los bebés y cachorros de animales nos despiertan esa parte tierna al verlos tan indefensos. Sin embargo, no suele despertarnos esa parte personas que se muestran autosuficientes y arrogantes. Directamente no miramos más allá reconociendo en ellas esa parte tierna que esconden con tanto esfuerzo por el miedo a parecer débiles. Pero eso no quiere decir que no la tengan, aunque quieran salvaguardar su preciada imagen ante los demás de cualquier ápice de ternura. En el fondo todos necesitamos contactar en algún momento con ella y reconocerla como parte de nosotros mismos.
No hay lugar para la ternura en nuestra sociedad
En una sociedad capitalista con valores tan alabados como la competitividad, la eficiencia, el egoísmo, el poder como dominio y la coerción, es bastante poco posible sentirnos enternecidos ni con nosotros mismos ni en las relaciones con los demás, ya que bajo estos valores nos quedamos congelados, siendo la única prioridad producir y tener éxito reconocido.
La ternura como motor de cambio
Decía Oscar Wilde que “En el arte como en el amor la ternura es lo que da la fuerza.”
La ternura se relaciona con la dulzura, la suavidad; nos ablanda y nos hace ser más flexibles. Sin contactar con la ternura estamos rígidos y duros, y si somos honestos con nosotros mismos, todos sabemos que necesitamos ese “calor humano” en cualquier momento de nuestra vida: familiares, amigos y/o parejas que nos escuchen y cobijen en nuestras dificultades, sin juicios ni intromisiones, sino con apoyo y respeto.
¿Ternura es sinónimo de debilidad?
Mostrando esta parte más tierna y suave ante los demás corremos el riesgo de que se juzgue de “ñoñería” y “sensiblería”, lo que nos hace fuertemente resistentes a ella para salvaguardar nuestra imagen de omnipotentes. Es como si el hecho de sentir ternura fuese un sinónimo de debilidad ya que los modelos que nos han presentado como “fuertes” son duros y agresivos, pareciendo ser incompatible la ternura y fortaleza. Como si desde la ternura no se pudieran poner límites al otro cuando lo consideremos o nos volviésemos tan blandos que nos fuéramos a derrumbar.
Sin miedo a mostrar ternura
La dificultad para enternecerse seguramente tenga que ver con información y mensajes que recibimos del ambiente en algún momento de nuestra vida. Expresiones como “no llores”, “anda, y no te pongas tonto” han influido para que desconectemos y no nos mostremos ante los demás como personas que sienten y se enternecen, ya que eso es algo “malo”, una parte que hay que esconder ante los demás.
“Se necesita ser lo suficientemente valiente para ser tierno” (Vanesa Bauche)
Ternura.
Ternura que brota del alma
y en silencio su dulce calma,
abre cielos de esperanzas
para quien desea aceptarla.
A pasos delicados, muy suaves
llega primorosa y descalza,
buscando en sus bellas notas
la dulce fragancia grata.
Ternura de niña y de alma
aquietas sonrisas lejanas
¡quédate niña hermosa!
caminemos en busca de un alba.
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