Continuamos con la serie dedicada al eneagrama, abriendo con el fragmento de otro relato de Mónica Alonso. Esta interesante historia nos habla de la relación de una mujer eneatipo 2 con un hombre del eneatipo protagonista de este artículo: el eneatipo 3.
“Al ejecutivo que vive en el quinto piso le gusta peinarse y arreglarse la barba cada día. Recorta un poco las patillas y con las tijeras se da unos pequeños retoques en la barbilla. Sabe perfectamente que ya no se llevan las caras limpias y que el look de barba de tres días hay que saber mantenerlo. Y él sabe hacerlo. Y lo hace muy bien. Se mira en el espejo y se gusta.
Cada mañana abre el armario del vestidor y veinte trajes le dan los buenos días. Él huele las fibras. Se sabe la compra de un traje como una inversión y no como una imposición. Nunca tiene pretexto para dejar de comprar uno nuevo; nunca sabe cuándo lo va a necesitar: de algodón, pana, terciopelo, outfit, casual, de corte americano, italiano… Conoce perfectamente las nuevas tendencias y sabe que el pantalón debe tener un leve “quiere” o doblez cuando descansa al frente de su zapato y atrás debe terminar justo a la mitad del zapato antes de llegar al tacón. Porque zapatos también tiene más de veinte pares. Están todos alineados, lustrosos, brillantes. Como él. [···]” Uknne Moon, No hay dos con tres
Características de personalidad
La pasión del eneatipo 3 es la vanidad. Ésta no se relaciona tanto con la “arrogancia, presunción, envanecimiento” (definición de la RAE que encajaría mejor con el eneatipo 2), si no más bien con la primera acepción, que es la “cualidad de vano”. La RAE define vano como “Falto de realidad, sustancia o entidad” y “Hueco, vacío y falto de solidez”.
Se puede entender la vanidad como una pasión por la apariencia. Son personas que han aprendido a identificarse más con la fachada del edificio que el interior de este. Por este motivo van a poner mucho esfuerzo en el cuidado de su imagen, sea a través de la eficacia, la demostración de conocimientos o el atractivo físico. Podemos decir que viven a través de los ojos del otro buscando gloria en retina ajena.
Mientras que unos caracteres tienen una autoimagen ensalzada y otros denigrada, con el eneatipo 3 sucede que la valoración de la propia estima va a depender de como los demás lo vean. Hay mucho esfuerzo y trabajo en la búsqueda del éxito, pues lo que subyace sería algo así como “si me quieren, yo me quiero”.
Las personas ubicadas en el 3 son personas emocionales y al mismo tiempo muy contenidas en la expresión de la emoción, por lo que se les percibe frías. Esa contención está relacionada con un control de la espontaneidad. Si ésta se expresa puede vivirse con angustia, pues podría no coincidir con la imagen que quieren ofrecer de personas correctas y adaptadas.
La fijación cognitiva del 3 es el engaño o autoengaño. Ve el mundo como un teatro donde la gente finge. Por ello confunde la fachada con la verdad. Aunque digamos que todos los caracteres son un “falso disfraz” que nos aprendimos a poner para sobrevivir y obtener amor, el eneatipo 3 es el que lo representa con más exactitud. Se trata por tanto de personas camaleónicas. Se adaptan perfectamente al contexto en donde estén y consiguen brillar con luz propia.
Fenotipo y cultura
Las personas 3 cuidan mucho su apariencia, ya que cultivan mucho su atractivo físico para ser vistas. Son mayormente personas bellas, pero se trata de una belleza fría, como de porcelana. Tendentes a sonreír, pueden dar sensación de falsedad, pues es una sonrisa desconectada de la emoción. Pueden dar la impresión de que llevaran puesta una máscara para salir al mundo.
El eneatipo 3 es un rasgo tipicamente norteamericano, donde la importancia de la imagen, competitividad y éxito se superpone a cualquier otra cosa. Esta mentalidad la hemos importado y asimilado en nuestra cultura. El eneatipo 3 parece ser hoy día el carácter que más predominantemente planea sobre nuestra sociedad.
En eneatipo 3 en la psicopatología
Curiosamente, todos los eneatipos guardarían más o menos relación en su estado insano con alguna patología clasificada en el DSM 5. Todos excepto el eneatipo 3. Al ser el DSM un sistema de clasificación proveniente de norteamérica no se ve patología en el carácter vanidoso. Es más bien al contrario. Este modo de funcionar está tan incorporado culturalmente que se valora como un carácter socialmente aceptable y deseable.
Una de las personas que supo este carácter como neurótico fue Erich Fromm, que se refiere a la orientación mercantilista de la personalidad en su obra “Ética y psicoanálisis”:
Llamo orientación mercantil a la orientación del carácter que esta arraigada en el experimentarse a uno mismo como una mercancía, y al valor propio como un valor de cambio. En nuestro tiempo, la orientación mercantil se ha desarrollado rápida y juntamente con el desarrollo de un nuevo mercado, el “mercado de la personalidad”. Empleados y vendedores, hombres de negocios y médicos, abogados y artistas, todos aparecen en este mercado.
Los antídotos de la vanidad
Como ya dijimos, el mapa que es el eneagrama también contempla sus virtudes. Esto es, las salidas sanas que arrojan luz a cada carácter.
En el caso del eneatipo 3 y según Claudio Naranjo, la virtud es poner en práctica la autenticidad. Aunque para llegar a la autenticidad con el otro, primero tienen que pararse y empezar a conocerse. Es muy frecuente que personas de este carácter tengan la sensación de no saber quienes son cuando llegan a terapia. Es tanto lo que se han orientado hacia afuera que les ha ido generando un vacío y desconocimiento interior.
Esta autenticidad que tanto les sana tiene que ver con la capacidad de mostrarse honestos emocionalmente, especialmente con las emociones “incorrectas” como la tristeza, la envidia o la ira. Eso les hace verse más humanos , sin tanta exigencia, y van entrando poco a poco en la aceptación y amor a sí mismos. Se van alejando así de la necesidad de valoración del otro. Se dan cuenta, como en el cuento de Nasrudin que las llaves se perdieron en casa y no en la plaza del pueblo.
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Me gusto mucho tu artículo, aunque la verdad que no tendría mucho en consideración el DM5 me parece más un libro para poder diagnosticar a pacientes para peritos que para intentar representar la realidad en consulta, a la psicología le faltan muchos años de avance para llegar a un punto en el que podamos de verdad tener un manual básico de actuación efectivo y real.
Un saludo 🙂
Gracias por tu aportación Claudia, nos ha encantado leer tu punto de vista