Los “deberías” en nuestro fondo cultural sobre maternidad
Como hemos visto en los anteriores artículos, el ejercicio de la maternidad se vive de muy diferentes maneras. Quiero señalar, antes de centrarme en algunos malestares que aparecen en el proceso terapéutico, que esto no significa que la maternidad se tenga que vivir de forma conflictiva y que se necesite terapia para vivirla. Detenerme en algunos conflictos que pueden aparecer no significa que tengan que aparecer. También resaltar que me centro en las mujeres porque son mayoritariamente ellas las que plantean estas cuestiones en terapia. Esto no significa tampoco que no se de en los hombres.
Lo único que pretendo es mostrar, por un lado, los elementos de la psicología Gestalt que a mí me han servido y que pueden servir a otrxs para tomar conciencia, -en el sentido gestáltico de darse cuenta en el aquí y ahora- de los introyectos que puede haber- y eso es tarea de cada unx, si quiere- en el sentir y actuar en la experiencia maternal y paternal.
El ejercicio de la maternidad y la paternidad están cargados de “deberías” no planteados como tales sino traducidos como naturales, es decir, son así, la naturaleza lo dictamina así, de tal manera que es difícil darse cuenta de lo que una o uno siente y quiere.
Sigue habiendo muchos roles rígidos adscritos tanto a la maternidad como a la paternidad que nos dificultan sentir y explorar la forma de enfrentar nuestra vida, como hij@s, como madres y padres.
¿Qué mecanismos desarrollamos frente a los “deberías”?
En terapia Gestalt los “deberías” se traducen como introyectos, es decir aquello que hemos tragado sin digerir de lo que hemos aprendido de nuestro ambiente. Que el ejercicio de la maternidad es fundamentalmente en la práctica cosa de mujeres, y que nos supone estar al servicio prioritario y fundamental de nuestrxs hijxs, lo hemos engullido de nuestra cultura tanto mujeres como hombres.
Para discenir si es algo asimilado, elegido, o es un introyecto tenemos que darnos cuenta si nos sentimos culpables por haber infringido las reglas ¿sociales o nuestras? Y por otra, darnos cuenta que cualquier relación saludable, también la de madre-hijx, como dice la terapia Gestalt, es un proceso creativo continuo donde se dan los momentos de contacto y también los momentos de retirada. Las madres somos madres y también otro montón de cosas que necesitamos para realizarnos. Digerir en el ejercicio de la maternidad es elegir los tiempos de contacto y de retirada que queremos en nuestra relación con nuestrxs hijxs y no olvidarnos de partes de nosotras mismas que también necesitamos cubrir. Desde estos “deberías” a las mujeres les cuesta más la retirada en la relación; a los hombres el contacto.
Otro de los mecanismos que aparecen en el proceso terapéutico es el de la proyección. Nuestrxs hijxs, como dice la canción de J.M. Serrat, se nos parecen y vemos en ellxs las partes de nosotrxs que no nos gustan y que no aceptamos. Al no darnos cuenta, dedicamos nuestra energía a cambiar a nuestrxs hijxs en vez de hacer un proceso de reconocimiento y aceptación de nosotrxs mismxs y dejarles ser lo que puedan y quieran ser, sin descalificarlos. O lo contrario, nos vemos reflejados en ellxs como lo más maravilloso de nosotrxs y eso nos puede impedir ponerles límites tan necesarios para su desarrollo saludable como la aceptación.
El mecanismo llamado en psicología Gestalt confluencia es un mecanismo que aparece en la terapia y que es otra cara de la proyección. Éste aparece cuando algunas mujeres, dedicadas al ejercicio exclusivo de la maternidad o, viviéndolo como lo único importante de su vida, se fusionan de tal manera con su hijx que pierden los límites entre ellas y sus hijxs. Su identidad se difumina, se deja de ver claro dónde termina ella y donde comienza su hijx. Es vivir a lxs hijxs como mera prolongación de sí mismas; el resultado puede ser muy pernicioso: no dejar ser al hijx lo que quiera, independientemente de nosotrxs, y ser independientemente de él o ella, sin cargar a nuestrxs hijxs con esa responsabilidad que no es suya sino nuestra.
A modo de conclusión
Como dice Ángeles Martín, “un cambio de perspectiva, transformar los viejos patrones y creencias en otros que nos proporcionen mayor satisfacción y libertad para expresarnos y vivir, es haber alcanzado la finalidad de una terapia, es vivir una vida saludable, plena.”[1]
Cambiar la perspectiva de “instinto maternal” por la opción, entre otras, de elegir ser madre; cambiar la generosidad y la abnegación por la de autorrealización; partir de las necesidades propias y no de las ajenas nos hará vivir una maternidad/paternidad más plena y saludable para nosotrxs y también para nuestrxs hijxs.
[1] Ángeles Martín, Manual práctico de Psicoterapia Gestalt, pág. 115
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