Muchas veces, en nuestros vínculos, nos encontramos con dificultades a la hora de pedir aquello que necesitamos. Y es que pedir puede significar cosas muy distintas para cada uno de nosotros.
Recogemos estas definiciones sobre la palabra “Pedir” en la Real Academia Española (RAE)
- tr. Expresar a alguien la necesidad o el deseo de algo para que lo satisfaga
- tr. Requerir algo, exigirlo como necesario o conveniente.
A veces sentimos cierta vulnerabilidad frente al hecho o la simple idea de pedir. Expresar una necesidad o deseo no siempre es fácil, hay muchas variables que entran en juego*. Otras veces, la dificultad está más bien en aceptar un no por respuesta sin sentirnos heridos, vulnerados o menospreciados. Pasamos de la autosuficiencia total a la dependencia máxima aunque ninguna de las dos sea real. En ambos casos nos alejamos de nuestro centro, nos alejamos del ser adulto, autónomo y, por supuesto, interdependiente que somos.
*Según como respondieron en la infancia nuestras figuras de apego a nuestras necesidades y peticiones tendremos asociadas una serie de ideas y emociones sobre las propias necesidades, sobre el otro y sobre nosotros mismos.
En la dificultad para expresar lo que necesito (pedir).
Cuando nos resulta difícil pedir, si atendemos un poco a lo que sucede en nuestro interior, podemos encontrarnos al menos con dos procesos activos o inactivos:
Conciencia sobre lo que siento y necesito. Las emociones desagradables son como los testigos de avería del coche, nos avisan de que algo no está en condiciones para un buen funcionamiento del vehículo. Es decir, nos informan de que hay alguna necesidad no cubierta en nuestro vehículo corporal o emocional.
Sin embargo, el interruptor que nos permite sentirnos, no siempre está activado. Hemos aprendido a desconectar, bloquear o minimizar esta información cuando no nos ha sido útil para arreglar la avería (cubrir la necesidad). En estos casos puede que no seamos conscientes de nuestras necesidades, ni de nuestra dificultad para pedir.
A pesar de ello es posible que a través del trabajo terapéutico o las experiencias de la vida (o incluso algún tipo de deporte o ejercicio corporal) comencemos a conectar con ese rico mundo emocional. Y es entonces cuando aparece la siguiente dificultad; expresar nuestras necesidades, pedir, sentirnos cómodos entre nuestra interdependencia y nuestra autonomía.
Expresión o petición. Frente a la posibilidad de expresar a un otro, más o menos significativo, nuestra necesidad o deseo pueden aparecer distintas ideas que nos paralicen, bloqueen o dificulten el proceso.
“No quiero molestar con mi necesidad”, “No quiero que el otro se sienta presionado por mi petición”, “No debería necesitar ayuda, tengo que poder yo sol@”, “Si el otro me conoce o me quiere debería saber lo que quiero”…
¿Pero de donde vienen todas estas ideas? ¿Y por qué tienen tanto poder sobre nosotros?
En la dificultad para recibir un no por respuesta (exigir).
Aunque la Real Academia Española, como hemos visto, no diferencia entre pedir y exigir aquí sí vamos a hacer una distinción muy importante para el desarrollo de una interdependencia sana.
Exigir implica no aceptar un no por respuesta. En la exigencia escuchamos la respuesta negativa del otro como un ataque personal; entonces no me quieres, no me cuidas como yo merezco, con lo que yo he hecho por ti, me estas traicionando, no me valoras, eres un/a egoísta…
Otras veces, cuando el otro accede a cubrir mi demanda, puedo dudar de la sinceridad de su respuesta, puedo pensar que se siente obligado, y por tanto, no recibir con gratitud y satisfacción su cuidado o atención.
Todas estas ideas hacen que el precioso acto de pedir se transforme en una situación peligrosa que puede dañarme y dañar la relación.
Pedir, sin embargo, es un acto de amor y confianza hacia mi y hacia el otro. Requiere mucha salud y fortaleza exponer nuestra necesidad sabiendo que el otro puede no querer cubrirla (sin que esto suponga un ataque o una ofensa). Y por eso expresar nuestra necesidad es un regalo, un regalo de confianza, intimidad y vulnerabilidad que le ofrecemos al otro y a nosotros mismos.
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